Gandalf

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Annie:

Quién sabe cuántas veces nos vimos y quedamos y nos besamos. Este chico me tenía fuera de mi. Fuimos a el cine, de compras, a cenar a una hamburguesería, a varios parques, a su casa...

Como había sido capaz de vivir al margen de esto. Era todo tan claro y lleno de luz. Yo le gustaba y él me gustaba aunque ... no éramos en sí una pareja pero me sentía como en una y además era uno de mis mejores amigos. Soliamos quedarnos hasta altas horas hablando por skype a escondidas de mi padres. Soy muy malota ¿verdad? Cada vez que pensaba eso me reía conmigo misma.

Una tarde me entró la llamada de Peter, que supuéstamente era muy importante.

-Hey princesa.

-Dime jirafa.

-Ni un apodo bonito... si es que...

-Ais. Dime cielito tintineante.

-Así esta mejor.

Le puse mala cara y él prosiguió.

-¿Te hace cenar esta noche en el restaurante donde nos conocimos?

-Claro pero no sé sí me dejaran.

-Pues pregunta y luego dame un toque.

Se lo pregunté pero su respuesta no fue muy positiva. Querían saber quién me llevaba y no podía ir en bus y claro esta no podía decirles que me llevaba Peter, que era mayor de edad y tenía coche porque sería como poner una granada de mano en las manos de un mono hiperactivo.

Les rogué de todas las formas posibles pero tuve que acatar la condición.

Ellos me llevaban y me traían.

Era un asco pero algo es algo. Le llamé y se lo confirmé. Me arreglé bastante. Me puse mi falda tableada beige y una camiseta blanca con algo de escote ajustada. Me peiné pero no me duró mucho. Subí en el coche y nos fuimos.

Peter:

No sabía que ponerme, iba de arriba abajo. Lo tenía todo planeado pero no sé sí lo iba a tomar bien, estaba todo pero...

"Argh a la mierda las paranoias."

Me puse una camisa blanca y unos vaqueros azules con unas converse. No pegaba ni con cola. Me peiné y me eché algo de perfume.

"No me va a durar lo estoy viendo."

Cogí todo lo que tenía que coger y salí.

Los nervios estaban pudiendo conmigo y yo al volante era peor pero había que llegar. En la nuca sentía un sudor frío horrible y me despeiné de tanto pasarme la mano por el pelo. Prácticamente tiré el coche porque a eso no se le podía llamar aparcar pero técnicamente estaba aparcado.

Fui andando hasta la puerta del restaurante y ella todavía no estaba; mis nervios crecían y se me estaba revolviendo el estómago y lo peor era que me estaba replanteando la misma cosa una y otra vez.

"¿Qué voy ha hacer Gandalf?"

A quién no le gustan las invasiones zombiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora