12.12.18

22 0 0
                                    

Wanderlust

Hay restos de mi, en aquellas memorias vacías que me consuelan por las noches.
Hay una parte de mi alma en cada uno de los días que he vivido hasta ahora, donde descansan las marcas de los cambios hechos, por amor propio y por odio a mí misma, están viejas y desgastadas, como las marcas que dejé en la entrada de mi cuarto cada mes para ver cuánto crecía.
En esos recuerdos todo es difuso, atemporal y vigente a la fecha, para ser usado, para ser llorado, honrado o para decidir ser desechado aunque terminase guardado otra vez en un baúl que se halle en una esquina de mi entelequia.

El tiempo no es mayor ni menor visto desde ahí (Mi relativamente buena memoria), sólo es cambio constante, crecimiento, desgaste y mucha confusión.
Esta vida que vivo hoy, lo que estoy haciendo, estoy segura que en su mayoría se califica por medio de números, medidos y comparados siempre entre ellos, inhumanizados, vueltos objetos, la simple presencia de una figura que alimente las expectativas de una sociedad que se ha vuelto más y más frívola; mi esencia, sin embargo, ha podido ser valorada por otros cualitativamente, desde un modo menos injusto y subjetivo como lo son los números y es que, para mi fortuna, la inteligencia no se puede comprar, la motivación no se regala, la sinceridad no se limita y la pereza, el dolor y el vacío no se pueden ocultar y, sobre todo, ninguno de ellos se puede excluir para que, después de tanto, se encuentre un momento la paz.
Así pues, me alegra que, aunque me vea dividida en dos facetas, sepa bien qué es mío y qué no, casi tan bien como puedo reconocer mis manos en la penumbra; me conozco casi tanto como me conoce un amante en una noche desprovista de luz alguna.

Finalmente, soy inconsolable, conozco algunos defectos, lunares ocultos y ciertas pecas en el rostro, las curvas y los labios suaves y pese a ello, desconozco tanto como puedo contarte de mi, soy un amor de una noche porque a la mañana siguiente despierto y no estoy más, eso significa el cambio constante ante mis ojos: Hacerme el amor todas las noches y despertar desconociéndome de nuevo, volviendo a conquistarme, volviendo a convencerme, repitiendo patrones y siguiendo la guía de para enamorarme.

Esa soy yo.

Viviendo en la luna.Where stories live. Discover now