8.12.18

22 0 0
                                    

Por primera vez he escuchado su voz al despertar.
Lloramos un poco la noche anterior, hablando de aquello que los dolía, lo que nos lastimaba. Intimamos, porque, a lo largo del día sabíamos lo mucho que nos habíamos extrañado. Como nuestros huesos estaban sedientos de nuestras palabras, conscientes de que nuestro cuerpo necesitaba nuestro calor, cuánto nos hacía falta nuestra voz. Nuestra esencia.
Los días parecían tener más sentido, mayor peso, un tipo de pertenencia que había sido arrebatado conforme avanzamos, adentrándonos en aquel misterioso proceso de cambio, que, como pirotecnia, se encendía, subía al cielo y estallaba.

Cuando escuché su voz no pude hacer más que emocionarme. Otra vez, después de tanto, habíamos dado otro paso.

"Pequeños pasos, poco a poco."

Me alegra bastante, escucharla. Saber que sigue viva. Saber que nos estamos acercando aunque nos hemos olvidado durante tanto tiempo.

Ese día brilló con tanta intensidad.
Éramos una supernova, habíamos estallado tan violentame en alegría que el resplandor era cegador.

Podía sentirlo. No es el inicio de una respuesta. No es la solución a mis problemas, tampoco a mi soledad y esta no es mi salvación.
Podía sentirlo y me hacía saberlo, sin respuestas, sin caricias y con cariño, ella me llevaba de la mano, crecemos juntas y separadas por la distancia.
Nos hacemos mejores, nos impulsamos a más, orgullosas de nuestros pequeños avances.

Es perfecto, justo así.
También es correcto, al menos para mi.

Viviendo en la luna.Where stories live. Discover now