Capítulo 3

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—Muy buen trabajo —comentó el señor Mazzu alzando la voz para que todos lo escucharan una vez que finalizaron un número musical grupal— bajen todos, del es todo por hoy.

—¿En serio nos harán hacer todo esto? decir todas esas groserías y... —Simon desvió la mirada hacia Jeremy, el cual también lo observó y le dedicó una gran sonrisa, y Lilette se dio cuenta de ello.

—¿Te preocupa besar a Jeremy?

—No —respondió con firmeza— a eso se le llama ser un profesional.

—Profesional —repitió Lilette intentando imitar la voz de Simon haciendo que ambos rieran.

—¿Nos vamos? —preguntó a su amiga y asintió. Ambos salieron del teatro y se dirigieron a sus respectivas casas, primero pasaron a la de Lilette y posteriormente Simon se dirigió a la suya. Al llegar se dio cuenta que sus padres estaban sentados en la sala, algo muy raro ya que su padre trabaja hasta tarde, pero que últimamente se estaba volviendo muy usual, y cada que sucedía era para un tema en específico, la obra.

Pero eso no era todo, alguien los acompañaba, se trataba de un sacerdote, uno con el que Simon tenía una muy buena comunicación a decir verdad, le daba buenos consejos.

—Te estábamos esperando Simon —comentó el sacerdote una vez que se dio cuenta de la presencia del joven— siéntate hijo.

Simon se sentía un poco molesto de que sus padres hubieran llegado al grado de ir a hablar con el sacerdote para que este intentara convencerlo de no participar en la obra.

—¿Cómo estás Simon? —le preguntó el cura.

—Muy bien, muchas gracias por preguntar —respondió amablemente.

—Bien, iremos al grano —comenzó a hablar el padre de Simon—. No creemos que este texto sea apropiado para nuestro hijo.

—El teatro siempre ha sido muy familiar, a las presentaciones acuden niños pequeños —continuó su madre—. Por favor padre, sabemos que a usted le escucha, convénzalo de que esa obra es un completo error.

Simon se sentía traicionado por sus padres, sabía que para ellos estaba mal que dos hombres se besen, incluso para él lo estaba, pero eso no era mas que una simple obra, no era como que eso cambiaría la orientación sexual. Y que involucraran al padre solo lo molestaba.

—Bueno, Simon y yo hemos hablado de como puede devolver lo que recibe a través de su comunidad y sus obras.

—Esto no es una obra, es una basura —lo interrumpió el señor Saunders.

—Robert —lo regañó su esposa por tal falta de respeto pero a él no le importó y prosiguió.

—Si ese tal Lou Mazzuchelli quiere hacer este tipo de teatro radical, que se vaya a otro teatro, este es uno escolar. Son nuestros hijos los que lo presentan ¿Ha leído eso? —se dirigió con eso último al sacerdote.

—Si —respondió él y no fue solo eso lo que dijo sino que continuó— Y me gustó el mensaje que da sobre los peligros de una sociedad reprimida.

—Pero es bastante provocativo —volvió a intervenir.

—Tal vez, pero eso solo lo resume en una cosa, la confianza. ¿Confías en ese director? —preguntó a Simon.

—Completamente —respondió mirando fijamente a su padre.

A sus padres no les quedó nada mas que decir, al ver que el cura apoyaba a su hijo.

—Supongo que entonces no hay nada mas que decir, Simon, puedes ir a tu habitación.

El chico obedeció y después de despedirse del sacerdote, se marchó mas que feliz, aunque no quería demostrarlo frente a sus padres.

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