48: Empezar desde cero

Comenzar desde el principio
                                    

Me detuve en seco cuando visualicé lápida con el nombre de Clint Wright grabada, a un par de metros de mí. Había otra persona sentada a su lado, parecía incluso estarle hablando.

Mi corazón se detuvo cuando le reconocí.

¿Estaba alucinando? Aquello tenía que ser un sueño. O una pesadilla más bien.

Me abracé a mí misma por un par de segundos, debatiéndome entre acercarme o salir corriendo. Pero no hizo falta que yo tomara la decisión porque esa persona, como si hubiese sentido el peso de mi mirada en su espalda, se volteó hasta que sus ojos verdosos se encontraron vertiginosamente conmigo.

Ambos palidecimos.

Él por haber sido descubierto, y yo por descubrirlo in fraganti junto a la tumba de mi papá.

—Maggie —pronunció, levantándose con agilidad, dejando sus pertenencias en la grama.

Sentí mi garganta secarse, mi corazón estremecerse y un conjunto de sentimientos indomables y poco placenteros absorberme.

—¿Joe?

Mis ojos todavía no lo podían creer. Pero allí estaba. Con una franela negra adherida a su figura, con su cabello castaño oscuro peinado hacia arriba como siempre le había gustado, con su barbilla semi poblada debido a un posible descuido, con su tierno lunar en la sien, con sus ojos aceituna y rayados aclarándose un tono a la vez debido al sol.

—¿Qué haces aquí? —preguntó incrédulo. Leí en su mirada que no sabía si acercarse a mí, quedarse quieto o sentarse en la grama de nuevo. Yo tampoco tenía mucha idea de qué hacer.

—Eso es lo que yo debería preguntarte a ti. —Lo señalé con mi dedo índice mientras me llevaba otra mano a mi cintura—. ¿Qué haces precisamente tú aquí?

Joe suspiró y se encogió de hombros.

—Todos los meses visito a tu papá. Cuando estaba vivo me pasaba un fin de semana al mes con él, y ahora... también le hago un poco de compañía.

Lo miré suspicaz y ceñuda, sin creer del todo su versión. No obstante, él no tenía razones para mentirme al respecto.

Cuando Joe y yo estábamos juntos, él y mi padre se volvieron muy unidos. De hecho, organizaban muchas actividades juntos a las cuales ni siquiera me invitaban. Sabía que el motivo de Joe radicaba en que él nunca conoció a su padre, y vio al mío como esa figura paterna que deseó y necesitó por mucho tiempo.

En ese momento recordé la noche después de que él falleciera en aquel hospital, cuando mi madre, Lola y yo vimos algunas fotos que papá conservaba en casa. Tenía muchas fotos suyas con Joe que parecían recientes, lo cual significaba que Joe sí lo visitaba con frecuencia, aun después de que termináramos nuestra relación.

Corrección: de que me humillara en el altar.

No pude evitar cruzarme de brazos y demostrar mi molestia en cada una de mis facciones.

—No entiendo cómo mi padre pudo seguir tratándote aun después de lo que me hiciste —puntualicé sin ningún tipo de sutilidad en mi tono de voz.

—Mi relación con Clint era independiente a la que tú y yo tuvimos.

Resoplé y me acerqué a la tumba ignorando su presencia deliberadamente. Si de por sí era suficientemente difícil acudir a ver a mi padre en esta situación por primera vez desde su entierro, era el doble de complicado hacerlo tras encontrarme con uno de los principales causantes de mis desgracias allí.

—Deberías irte. Quisiera estar sola con mi papá —dije haciendo énfasis en el adjetivo posesivo, recordándole que Clint era un tesoro mío y que no lo compartiría con él. Que sus momentos juntos en el pasado debían quedarse como mi padre: enterrados.

Vendiendo el amor © ✓ [Vendedores #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora