34: Año nuevo, vida nueva, parte II

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Capítulo 34 | Año nuevo, vida nueva, parte II

—Conozco un lugar —murmuré marcando el último piso.

Ian me miró sin ocultar su escepticismo y desconfianza. Afortunadamente a estas horas los dos teníamos un poco de alcohol en nuestro sistema —él un poco más que yo— así que podía doblegar su racionalidad si así lo quería.

Existen dos tipos de personas: las damiselas y los dragones. Estos últimos meses me había convertido en una damisela en peligro que tuvo que ser salvada en varias ocasiones.

Pero a partir de hoy, yo sería un dragón.

Eso lo había decidido el día que Ian el video de mi boda a toda la compañía, pero sería en este preciso momento en el cual le demostraría que yo no era una persona a la cual él podría molestar a diestra y siniestra.

Llegamos a nuestro destino: la mitad del piso eran salones que casi nunca eran utilizados y luego estaba una puerta metálica que conectaba con la terraza de la torre. Sí, la misma terraza donde había besado a Nathaniel, donde ambos vestimos nuestras mejores máscaras.

Nathaniel pretendía ser amigable al mismo tiempo que se mostraba frío, desinteresado y calculador para protegerse a sí mismo de los demás. Lo que aprendí demasiado tarde era que su máscara se había apoderado de él por completo, y había dejado de ser eso, solo una máscara.

—Pensé que me llevarías al piso de Archivo, es bastante popular —soltó con una risita. También sonreí al recordar todas las historias que había escuchado. Especialmente las de Tom y Brianna.

No quería ni imaginar lo que resultaría si alguien alumbrara ese lugar con luces ultravioleta.

—Este me pareció más íntimo y excitante —le señalé las vistas de la ciudad a través de los cristales que reemplazaban algunas paredes— ¿No te parece?

Lecciones con Maggie Wright: ¿Cómo nublar la racionalidad de un hombre?

Paso número uno: demuéstrale que quieres tener intimidad con él —incluso si tienes que fingirlo—. Todo lo que tenga que ver con sexo bajará un poco sus barreras, y generará un cortocircuito en su cerebro. Su instinto primitivo solo ocupará su mente con las siguientes palabras: «follar, follar, follar».

—Sí, me parece —respondió con lentitud.

Paso número dos: contacto físico sutil, dejando más para la imaginación. Añade contacto visual con seguridad en ti misma.

Punto extra. Si miras sus labios, sus pensamientos abandonarán la coherencia.

Le sonreí y me acerqué a él, quien apoyó la espalda en la pared. Cogí sutilmente su corbata de nuevo y la acaricié para luego desviar mis dedos hasta su pecho. Sentí cómo inhalaba aire de manera exagerada. Siguiendo mis propios consejos, elevé media sonrisa traviesa y miré sus labios, que por cierto, eran desagradables. Al menos para mí.

En realidad Ian era medianamente apuesto, solo que mis vísceras me obligaban a detestarlo por ser un completo patán.

Deshice su corbata y la arrojé al suelo. En ese momento él intentó acercar su rostro al mío y antes de que me obligara a vomitar, lo detuve.

—Nada de besos —susurré.

Eso lo hizo retraerse un poco con confusión, pero antes de que pudiera recobrar todos sus sentidos, comencé a desabotonar su camisa.

Paso número tres: juega con su ropa. Eso sin duda los doblegará. Los hombres son criaturas primitivas que creen que siempre tienen el control de una relación sexual. Si la mujer es quien toma el liderazgo, no sabrán qué hacer. Básicamente sus mentes se enredarán más que audífonos en bolsillo.

Vendiendo el amor © ✓ [Vendedores #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora