43: Hice lo que tenía que hacer

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**Este capítulo es larguísimo (en Instagram pregunté si querían 1 o 2 partes, y casi todas contestaron que 1). Pero todo lo que ocurre es importante, así que atentas. A partir de acá comienza la verdadera tensión. Este cap lo escribí con mucho cariño y emoción, así que las amaré más si comentan :) ¡Disfruten!

Capítulo 43 | Hice lo que tenía que hacer

Sin duda me había apuntado al trabajo equivocado.

Se suponía que este tenía que ser un programa de pasantías con el objetivo de que nos formáramos como los mejores publicistas del país. En cambio, solo había conseguido amigos que se traicionaban entre ellos, triángulos amorosos, y complots por todos lados.

Yo me consideraba suficientemente fuerte como para resistirlo, pero no era una máquina. También tenía mi corazón, mi sensibilidad. Y si de por sí mis sentimientos hacia Tom y Nathaniel eran algo bastante confuso y poco coherente, imagínense descubrir que alguno de ellos estaba difamándome en la empresa para quedarse con mi puesto.

A cualquiera le hubiese afligido la noticia.

A mí me afectó.

Pero no me derrumbó.

Al menos no todavía. Aún me quedaban fuerzas para seguir planificando cómo continuar en LB&T, a pesar de que la muerte de mi padre había consumido la mayoría de mis energías. Pero Maggie Wright jamás se daba por vencida, y de Maggie Wright nadie nunca se burlaría de nuevo. Eso era un decreto.

Así que subí a la oficina sabiendo que tenía que pretender que todo estaba bien con ellos dos, mientras que buscaba una manera de descubrir quién era la persona que me estaba clavando el puñal por la espalda: si Tom, mi compañero de piso y mejor amigo; o Nathaniel, que conoció a toda mi familia siendo considerado mi pareja.

—Buenos días, Megan —la saludé con hipocresía al darme cuenta de que era la única que estaba en la oficina de pasantes, además de Janet. Ni Nate ni Brianna habían llegado todavía.

—Hola, Maggie —ni siquiera alzó la mirada para verme, parecía seria y concentrada en su laptop.

De acuerdo, tenía que buscar la manera de distraerla, alejarla de su computadora para borrar de allí sus archivos y asegurarme de que no tuviese respaldo en su USB. No me gustaba ser la villana del cuento, pero si debía escoger entre ella o yo, sin duda haría lo posible por quedarme con el cargo.

Dejé mis pertenencias en mi escritorio mientras buscaba ideas. ¿Qué cosa podría ser lo suficientemente potente en la mente de una mujer como para hacerla correr hacia otro lado y así poder quedarme a solas con su laptop?

Megan se levantó por dos segundos para alcanzar unas carpetas que estaban en el escritorio contiguo y fue allí cuando se me ocurrió. Me acerqué a ella con urgencia y le susurré con dramatismo para alarmarla.

—Megan, creo que deberías ir al baño.

Ella finalmente me miró con confusión y ladeó la cabeza, uniendo sus finas cejas en una.

— ¿Por qué lo dices?

—Creo que he visto una pequeña mancha en tu pantalón.

Abrió la boca con exageración y luego la tapó con su mano. Sus ojos me miraron tanto sorprendidos como avergonzados y supe que había dado en el clavo con algo tan simple. Ser mujer tenía sus ventajas.

— ¿Lo dices en serio? ¡Debía venirme mañana!

—He dicho que creo —aclaré—, pero es mejor que salgas de dudas en el baño. Imagínate si es cierto y empeora a lo largo del día. Ya sabes cómo son acá de chismosos, te tomarían fotos y las pasarían por grupos de WhatsApp.

Vendiendo el amor © ✓ [Vendedores #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora