El universo se desmorona en migajas de miseria, agusanado con la avaricia. Jeon Jeongguk trabaja para el Consejo Intergaláctico, a cargo de las tropas élite; arrancado de su planeta, su vida comienza a desmoronarse cuando Taehyung, una mente maestra...
¿Qué es lo más asombroso que has visto en la vida? ¿Cascadas fluyendo hacia el cielo? ¿Polvo de estrellas y almas bailando en el espacio? ¿Puedes imaginarlo? Millones de estrellas brillando frente a ti; colores impactantes, inmensos cuerpos celestes, llenos de vida y filosofía. La idea de la eternidad en un solo vistazo.
Yo me sentía eterno.
Porque de algún modo lo somos.
Somos el universo en su máxima expresión.
Él es el universo.
Ubicación: Bakhta. Fecha: tercer día del año universal 13 800, 089, 876 . Realidad: Septem.
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El universo vivía en una distopia. Todo en él era caos. La muerte y sufrimiento reinaban como dioses ilegítimos que daban a luz el miedo, la paranoia, la guerra e injusticia, todos disfrazados de un falso orden. Jeongguk era inconsciente del bando con el que jugaba: blanco o negro.
Aunque Jeongguk creía en el gris, la incertidumbre azotaba a sus pensamientos de vez en cuando ¿Su vida tenía el rumbo correcto? ¿hacía realmente el bien? Desde que el CI lo codificó, luego de haberlo rescatado del genocidio en Vessperum quitándole todos sus beneficios de realeza y lo reclutó en sus tropas élite, perdiendo gran parte de su empatía, su corazón dejó de distinguir entre lo bueno y malo, es que ¿quién dice lo que debe ser y lo que no? Todo es relativo a cierto punto.
Ese día por la mañana el Consejo Intergaláctico llamó en calidad de urgencia. El mismísimo General de las Fuerzas Armadas [íntimo amigo de su padre] le mandó un holograma mientras preparaba una misión junto a su tropa. En cuanto Stella, su nave, tocó tierra firme, un grupo de cadetes lo escoltaron hasta la Sala de Guerra, ubicada el planeta y corazón del Consejo Intergaláctico.
— Capitán Jeon — saludó a secas la General Mayor Wanda Jules, que se incorporó a su camino hacia la sala de guerra. Siempre vestida de blanco, con su cabello negro y ojos grises daban la impresión de vacío —. Por un momento pensé que no llegaría.
— Generala Jules — respondió Jeongguk con una voz lisa que acariciaba lo gélido. Él y la Generala Jules realmente tenían una historia tensa —. Soy un hombre responsable, ¿cuál es el motivo de la junta?
— Ya lo sabrá, Jeon.
La Sala de Guerra no podía tener otro ambiente sino oscuro y frío. Había una mesa redonda con un proyector de hologramas en el centro, en las paredes enormes pantallas que mostraban gráficos y rostros de contrabandistas y rebeldes, personas de clases bajas.
Jeongguk tomó asiento donde había una carpeta con su nombre. No tuvo que esperar demasiado para que la sala se llenara con gente de alto rango. Si él estaba ahí era por puros méritos, de otra forma apenas podría oír los rumores. El General llegó justo a tiempo, ni un segundo después de las 6:00.
