Día 5: Elizabeth 3era

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Tras aquella pequeña conversación poco amena con Zen, Jumin no había dejado de pensar en sus palabras, mismas que calaban en lo hondo de su pecho, mismas que se paseaban por su cabeza, incluso escuchaba su molesta voz diciendo tales palabras una, otra y otra vez. Lastimosamente noche anterior no había sido capaz de pegar un ojo, su única compañía había sido su muy amada Elizabeth durmiendo sobre sus piernas, siendo Jumin quien se encontraba viendo la preciosa vista que tenía desde la terraza; obviamente su copa de vino entre sus finos dedos.

Pese a haber estado trabajando como cualquier otro día, sus ojos de vez en cuando se desviaban hacia el reloj como si esperara impaciente que llegara cierta hora ¿La razón? Bueno, tenía un almuerzo pendiente con su padre después del trabajo, adoraba pasar el tiempo con aquél hombre, siempre y cuando éste no estuviese acompañado de una mujer, muy rara vez podían estar a solas, algunas veces le costaba entender a su padre y su manía con estar en compañía de una mujer. Para Jumin todas las mujeres eran iguales, descaradas, necesitadas e interesadas, todas buscaban sacarle el dinero a su padre y ¿Quién no tomaría esa oportunidad?

Un sutil suspiro escapó de sus labios tras haber dejado unos papeles sobre su escritorio, tras abrir sus ojos notó la presencia de aquella mujer que era su asistente, misma que siempre ponía en aprietos cuando se le venían ideas descabelladas que involucraran gatos, otras veces le dejaba casi todo el trabajo a ella, sin embargo, ella ganaba muy bien. –Asistente Kang... ¿Cuánto llevas parada ahí?

–No mucho. Sólo... vine a entregarle estos documentos, necesito su firma, Sr Han.

–Ya veo...– los brazos de Jumin se estiraron y tomaron aquellos papeles, empezó a leer el contenido de los papeles, o al menos eso parecía a simple vista.

–¿Sr. Han? ¿Se siente bien el día de hoy?

–Sí. ¿Por qué preguntas? ¿Tengo algo en la cara?

–No es eso. Es sólo que desde temprano he notado que ha estado muy distraído.

–Te equivocas. Estoy perfectamente...– su vista nuevamente se había dirigido hacia los papeles, sin embargo, no duró demasiado hasta que la misma mujer había tomado los papeles para voltearlos y acomodarlos apropiadamente para que lo leyera. Una pequeña mueca se mostró por su parte y dejó los papeles sobre su escritorio –No dormí bien, sólo eso.

–¿Es por lo que dijo Zen?

–...– guardó silencio por unos segundos hasta que el sonido del teléfono acabó con esa incómoda situación –Vuelve a tu trabajo, yo me encargo de esto. – la castaña, sin nada más por decir, giró su cuerpo y salió por aquella puerta, dándole esa privacidad a Jumin para tomar la llamada.

–Sí, está confirmado el almuerzo. ¿Seremos sólo tú y yo? Ya veo. Saldré 12:00... Nos vemos ahí. – finalmente cortó aquella plática con su padre, se quedó viendo los papeles y tras darle una leída rápida, firmó los mismos y los acomodó de tal modo que pudiera recogerlos su asistente. Se puso de pie y tomó su saco para colocárselo conforme se dirigía a la puerta, tras abrirla por poco chocaba con su asistente, pasó de largo de ella cerrando sus ojos y evitando el contacto visual. –Iré a comer con mi padre, volveré a trabajar apenas termine. Te encargo todo, si sucede algo urgente llámame. – habló con un tono sutil. Salió de aquella oficina pasando por el resto de los empleados que trabajaban para ellos, ignorando cualquier otra cosa de momento, incluso los cuchicheos que se escuchaban en lo lejos. No había razón alguna para gastar energía en esa clase de comentarios que le entraban por un oído, y le salían por el otro. Lo curioso era que no podía separar sus "sentimientos" o bien congelarlos después de esa plática con Zen, chasqueó la lengua y frunció el entrecejo mientras se acomodaba la manga de su camisa por debajo del saco.

Yo no creo en el amor...Where stories live. Discover now