v e i n t i c i n c o

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— Siento que me controla, que tiene todo el poder sobre mí, y eso me asusta, no sé cómo ganarle. Me hace sentir pequeña, incapaz, se ve tan invencible a mi lado que hay días en que solo quiero tirar la toalla —sorbo mi nariz, Seulgi me alcanza la caja de pañuelos descartables. Estoy llorando a mares, cómo nunca, pero se siente bien, se siente bien decir tus miedos en voz alta, los hace ver menos aterradores.

— Como si nunca fuéras a salir de esta mierda, como si estuvieras destinada a morir junto a ella, ¿no? —Jisung acota. Asiento levemente— Entiendo totalmente a lo que te refieres. Se que lo que voy a decir sonará fácil y hasta quizás molesto, pero ¿sabes? Cuando te diga eso intenta ignorarla, ella solo quiere hacerte creer eso, porque, en cuanto veas que puedes tener una vida mejor y ser feliz será su fin. Tiene miedo, es ella quien tiene miedo de ti, no dejes que te engañe.

Sonrío a él con aún lágrimas en mis ojos, sus palabras me hacen sentir fuerte, me hacen sentir capaz.

La sesión termina y vamos rumbo al comedor para nuestra primera colación de la tarde. Suspiro mientras camino al lado de Hara y Jihye —a las cuales ya les aprendí el nombre—, aunque he aprendido a sentirme cómoda en este lugar, extraño todo allá afuera. Mi casa, mi cama, mi cuarto, bailar, mis amigos y a Yoongi.
Desde que he entrado aquí —hace un mes y una semana— no lo he visto, semana tras semana lo esperé, ilusionada, pero ahora pienso que tal vez no venga jamás, y quizás eso sea lo mejor ¿o no? No lo sé, solo sé que mi corazón duele al recordarlo.

Siquiera he podido enviarle un mensaje, tengo confiscado mi celular indeterminadamente, lo cual al principio me indignó a sobremanera, pero con los días lo acepté, y ahora lo agradezco, se siente bien estar liberada de ese aparato.

Soyoung y Hoseok me visitan una vez a la semana, bueno, hasta la semana pasada, cuando autorizaron sus visitas a dos veces a la semana. Sonrió recordando a ese par, se han convertido un pilar para mi, y no tienen ni idea de cuán agradecida estoy con ellos.

Los días difíciles llegan cuando menos lo esperas, como hoy, que todo marchó bien hasta que me pusieron esa porción de selva negra delante como colación. Amo y odio el pastel. De pequeña solía amar el pastel de chocolate, ahora mismo también, pero al mismo tiempo lo odio y me odio por hacerlo. Es tan frustrante y contradictorio. Todos en la mesa me dan su apoyo, aunque es una lucha para ellos también, sin embargo no puedo, simplemente no puedo; me duele y mi llanto aumenta aún más.

SeokJin viene a por mi, y me lleva de la mesa a un lugar más apartado.

— ¿Que pasa Jann? Lo estás haciendo bien, ¡vamos ánimo! —dice. Yo niego mientras intento secar mis lagrimas, en vano porque casi de inmediato vuelven a caer más. Lo escucho suspirar— Se que es tu primera colación así desde que entraste y que es difícil, pero tu puedes, nos has demostrado a todos que eres increíblemente fuerte.

Cepilla mi cabello tras mis orejas y seca mis lágrimas antes de proseguir— Tenia una sorpresa para ti después de la colación, pero ahora mismo estoy pensando que quizás dártela ahora sea la motivación que necesitas para ganarle a ese maldito pastel —lo observo con ojos llorosos, intentando saber de qué habla— Ven, vamos a buscar tu colación y te llevare donde está.

Camino tras de sí hasta la mesa, el toma una bandeja, situada en otra mesa, y pone el plato, el tenedor y mi vaso con agua sobre esta. Caminamos despacio por el pasillo que lleva hacia él recibidor de la clínica, lo sigo extrañada, sin entender que sucede.
Cuando cruzamos las puertas que dan hacia el amplio lugar, mis ojos lo captan de inmediato, sería imposible para mí no percatarme de su presencia.

Yoongi está sentado en uno de los sillones de espera, parece nervioso —lo noto por la manera en la que muerde sus uñas— y ansioso; cuando sus ojos se posan en mi —que he dejado de caminar quedándome estática en mi lugar— todo lo demás parece desaparecer.
Está hermoso, cómo siempre, su cabello sedoso y brillante, sus ojitos pequeños y expresivos, sus labios perfectamente rosados y esos jeans oscuros tan característicos en él.

Ingrávida | Min YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora