En los ojos del bosque

SUSURROS AL OÍDO

Solté un débil grito. Había tenido una pesadilla, una terrible. La camiseta con la que había dormido estaba empapada de sudor y me levanté para cambiármela en la penumbra de la tienda. No parecía haber nadie despierto, así que supuse que aún era muy temprano. Esquivé las mochilas y salí fuera intentando no estorbar el sueño de nadie. Al mirar al cielo, comprobé definitivamente que era muy temprano, tan temprano que ni siquiera había salido el sol.
Me senté en el suelo tiritando de frío, ya que solo llevaba una camiseta y unos pantalones ajustados.

—Deberías de coger algo con lo que taparte- murmuró una voz detrás de mí.

Me tensé de golpe y preparé mis manos por si necesitaba defenderme. Pero no me hicieron falta en cuanto reconocí el pelo corto de Sophia.

—¿Te encuentras bien, Ivy?- me preguntó con dulzura- Que yo recuerde, no eres muy amiga de la noche.

Esbozé una débil sonrisa. Ella se acercó y se sentó a mi lado.

—Es extraño que una ignis se haga amiga de alguien con anima terra, ¿no crees?

Me giré hacia ella. ¿Qué quería decir con eso?
—No, no lo creo. Siempre se ha dicho que los opuestos se atraen- repliqué.

Sophia echó una mirada hacia la tienda de mis padres. Cuando volvió a mirarme, había pena en sus ojos.

—¿Lo dices por tus padres, verdad?- su voz se había vuelto tan floja que apenas la escuchaba- Los opuestos se atraen, en la magia así ocurre; pero yo te hablo de amistad, no amor.

Eso me hizo reflexionar un poco. Realmente, no era muy común que fuego y tierra se llevasen bien, pues el fuego arrasa con todo, o eso se dice.

—No me encuentro muy bien, Sophia, y no estoy para debatir nada- respondí sin ánimo.

—Pues entra en la tienda- me dijo ella, como si yo no pensara por mi cuenta.

—Fuera se está mejor.

La mujer esbozó una inquietante sonrisa. Me estremecí y disimulé mi repentina preocupación.

—¿Por qué te quejas del infierno si juegas con el diablo?- su mirada estaba posada en mí, pero su mente viajaba más allá. Cuando volvió de su trance, prosiguió- ¿Si tiene remedio, por qué te quejas? Toda tristeza es superficial, nadie nace triste y muere triste. Hay que ver más allá de los ojos, y sentir más allá de la piel. Pero supongo que no lo entiendes, llámame loca si quieres, pero enamorarte no debes.

Me puse en pie y di un paso atrás, pero enseguida me arrepentí. Sophia me miró directamente a los ojos mientras sus dedos jugueteaban sobre su regazo. De repente, una brisa fría me paralizó el cuerpo. Tiritando, intenté volver a la tienda donde mis padres dormían, pero tropecé y caí de bruces. Rápidamente, Sophia se colocó a mi lado y me ayudó a levantarme.

El aire susurraba en mis oídos, soplaba cada vez más, y con una fuerte ráfaga rompió una enorme rama que cayó junto a nosotras.
El estruendo despertó a Matt, que se acercó a nosotras con una mueca de preocupación en el rostro. En ese momento, si no fuera porque Matt también lo oyó, hubiera pensado que estaba loca.

—Están susurrando- dijo- las ramas están susurrando.

Su madre negó con la cabeza. Ella tenía un brazo sobre mis hombros, y con el otro, se cerraba bien el abrigo.

—Es el viento. Alguien nos está intentando hablar.

—¿Alguien?- pregunté, aún sin entender nada- ¿por qué?

Y, como si nos hubiese oído, el viento cesó.

—Porque corres peligro, Ivy Valduciel, por eso- la voz no provenía de ningún lugar, provenía de todos y a la vez de ninguno.

Matt se puso delante de mí, escudriñando el horizonte, como si pudiera ver más allá de la espesor del bosque.

—¿Y qué se supone que debe hacer?- preguntó.

—Matt Slora, preocúpate de lo que tú debes hacer. Pues ¿de qué sirve que ella cumpla su parte si tú no cumples la tuya?- respondió la voz.

Solté un suspiro de resignación, seguido de un débil grito. Agarré la mano de Matt y se la estreché con fuerza. Empezaba a ponerme nerviosa, y el fuego quemaba en mi interior.

—Busca el corazón de la llama
Ella te dará las respuestas
Sólo si te lo tomas con calma.
El amor vence al odio, lo sé,
Aunque también te puede romper,
Y eso duele, lo sé.

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Nota eliminada