TUNEL

6 0 0
                                    


Todo está oscuro, no veo nada.

Estoy de pie e intento oír algo, pero solo consigo distinguir mi respiración. Entonces alargo mi brazo derecho y con la mano intento coger algo, lo único que consigo coger es el vacío que hay a mi alrededor.
Levanto también el brazo izquierdo pero no toco nada, absolutamente nada.

Comienzo a caminar, al principio con miedo, luego me confío algo más. Pero hay algo extraño bajo mis pies, debajo de ellos no hay camino, ni tierra, ni arena, ni piedras, mis pies no caminan sobre nada, absolutamente nada.
Pero ese algo me impulsa a seguir de pie sin caer en el vacío, es... como si flotara en una mar de aire.

Camino y camino durante un rato y, de repente, veo una luz blanca a lo lejos. Es muy brillante y, al verla de golpe, me ciega la vista acostumbrada a tanta oscuridad. Poco a poco mis ojos se relajan y me doy cuenta de que la luz se está alejando. Yo acelero el paso, pero sigue distanciándose, y, cuando está a punto de desaparecer, para y, aunque yo sigo caminando, ahora más despacio, la luz tiene la misma medida, el mismo brillo.

De golpe me he dado cuenta que tengo la cara mojada y que de mis ojos caen lágrimas, supongo que ha sido el susto de ver alejarse la única cosa que puedo diferenciar de aquella terrible oscuridad.

Continuo caminando, y no avanzo. Comienzo a ponerme nerviosa, hago que mis piernas se muevan más rápido, y la luz allí, sigue allí quieta, serena, tranquila. Me encuentro que estoy corriendo y, mientras lo hago, pienso que, desde que me he encontrado en aquel mundo negro y callado, hago las cosas sin darme cuenta, es como si cada vez me despertara de un sueño y estuviera mirando, o tocando o caminando o... y no me gusta. Quiero darme cuenta, quiero saber a cada momento lo que hago, quiero ser consciente, quiero parar y observar y...

Sigo corriendo, miro a todas partes, no veo nada. Alargo las manos otra vez y no toco nada. También sigue sin haber nada bajo mis pies. Lo único que hay es aquella luz que, por un momento, me había cegado los ojos, aunque ahora apenas la diferencio de la oscuridad.

Me paro, intento sentarme pero mis rodillas no se quieren doblar, no me obedecen. Entonces me doy cuenta de donde estoy, empiezo a comprender... estoy atrapada en el tiempo, soy una esclava de él, estoy bajo su voluntad. El día que pueda alcanzar aquella luz, mi vida se extinguirá sin que el mundo haya sufrido ninguna pérdida.

Giro en redondo y me coloco de espaldas a ella. Nunca, nunca había corrido tan rápido en mi vida, con tanta desesperación, y por eso comprendo también que no quiero morir.


MICRORRELATOSWhere stories live. Discover now