-PARTE ÚNICA-

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Estaba harto, cansado y no podía evitar sentirse impaciente. No era para menos, ya no recordaba cuánto tiempo había pasado desde que había iniciado esa travesía obligado por los deseos egoístas de su familia.

La familia Kise era reconocida en el reino como una de las familias más poderosas del lugar. El dinero y la belleza eran los atributos con los que se los identificaba; y como siempre, una vez que se tiene algo, se quiere más.

Maldecía infinitamente a quien le hubiera contado a sus padres sobre la leyenda de Zafiro. Pues, apenas habían oído lo que aquella celestina hada podía hacer, lo habían mandado a su búsqueda.

La leyenda decía que si alguien era capaz de encontrar a la bella criatura y lograba desposarla, ella le concedería un deseo junto a la eterna juventud; a el no le interesaba, y si tenía que ser sincero, no quería desposar al místico ser. Ya había notado, en charlas con sus amigos, que sus gustos eran distintos a los de otros; los atributos femeninos no le resultaban excitantes y el cabello largo no lograba llamar su atención.

Así es, Kise Ryota, se sentía atraído por los hombres, él sabía que era homosexual.

Siguió caminando hasta que la luz del sol cayó dando paso a la noche. Se ubicó bajo uno de lo tantos árboles que habían allí y extrajo de su pequeño bolso una manta para resguardarse del frío que azotaba los bosques. De repente, un relámpago iluminó el cielo y una tormenta se desató en el lugar, todo iba de mal en peor.

Su único resguardo eran las ramas de los árboles. Su manta yacía empapada en el suelo, y su comida... ¡Su comida! Miró hacia un lado encontrando lo que menos quería. Todos sus alimentos estaban cubiertos de lodo. Maldijo su suerte y se recostó contra el tronco de un roble intentando conciliar el sueño.

[...]

Despertó sin poder abrir los ojos. Estaba cansado y creía que su cabeza podría explotar en cualquier momento; sintió sus mejillas arder, tocó el área encontrando que efectivamente su rostro estaba caliente y poco a poco fue recobrando sus sentidos. Cuando por fin pudo poner su mente en funcionamiento, tres cosas le desconcertaron.

1) La tormenta se oía lejana a pesar de estar en medio del bosque.

2) El suelo no se sentía tan incómodo como lo recordaba antes de dormir.

3) El aire estaba impregnado por una dulce esencia de vainilla.

Talló sus ojos con lentitud y se incorporó en la cama. ¡¿CAMA?! Sus ojos se abrieron con sorpresa dando un rápido recorrido a la habitación con la mirada. Definitivamente, no estaba en medio de la tormenta. Se paró con cuidado y notó que vestía con ropas distintas a las que tenía antes de dormir...

-¿Estoy muerto?- preguntó al aire mientras palpaba su cuerpo por encima de la suave tela.

-No lo estás.-respondió una monótona voz detrás suyo.

Se sobresaltó por la sorpresa y volteó con la intención de llenar de preguntas al desconocido; sin embargo, las palabras quedaron en sus labios. Frente a el, estaba el chico más hermoso que alguna vez hubiera visto. El extraño tocó su mejilla con una suave caricia dejándolo embobado.

-Hmmm... veo que la fiebre ha bajado un poco, es un alivio.- comentó sin cambiar de expresión.

-D-disculpa.-logró articular el rubio consiguiendo la completa atención del desconocido.-¿Puedo saber tu nombre?-preguntó queriendo saber más del otro.

-Perdona por mi falta de modales, mi nombre es Kuroko Tetsuya. Es un placer conocerte.-contestó formal y realizó una reverencia al terminar de hablar.

Zafiro - KIKUROWhere stories live. Discover now