Han Jisung, es un estudiante de tercero del prestigioso instituto Milae que a pesar de ser muy popular con las chicas no tiene mucha suerte en el amor. Y es que las chicas que le piden salir se hacen una imagen de él que luego no se corresponde con...
Luego de un par de segundos (Que me parecieron eternos), nos separamos, ya era tarde y si no me iba pronto llegaría muy tarde a casa, pero en ese momento no pensaba en nada solo en que hace nada, tenía los labios de Minho sobre los míos.
Dahyun, eres una mentirosa.
— Vaya.. me han mentido.
— ¿Qué?.
Agarro mi bolso con mis cosas del suelo, a lo que mi acompañante me mira extrañado; me siento tan avergonzado y confundido que no puedo pensar claramente.
— ¿Qué pasa?.
— No.. no es nada.
(Narra Minho)
PI.. PI.. PI..
Me levanto sobresaltado, sudor frío corre por mi cuerpo, no podía dejar de pensar en lo que pasó ayer que hasta lo soñé; no pensaba exactamente en el beso, si no en lo que pasó después de este. Él no reaccionó muy bien después de esto, quizá no debí hacerlo. Golpeo fuertemente el despertador que no deja de sonar y me levanto de mi cama (Aunque las ganas de levantarme eran nulas), luego me dirijo al baño y me mojo la cara en el lavamanos.
Se que está jugando conmigo, pero siempre tragándome la broma. ¿Acaso me asemejo un poco a lo que era hace una semana?. Muchas veces me termino preguntando cosas como qué cara debería ponerle al verlo. Hacía tanto tiempo que no me sentía así, que casi se me había olvidado lo que era. Pero, ¿Qué ocurriría si de repente Jisung cambiara la actitud que tiene conmigo?, ¿Si de verdad esto no hubiera sido más que una broma?. No creo que pudiéramos quedar ni como amig-
— ¡Bue... naaas! — Escucho la voz del dueño de mis pensamientos a mis espaldas. No se muy bien cuanto me quedé pensando, pero ya me encontraba yo esperándolo en la estación como siempre, no, como desde hace dos días.
— Buenos días. — Intento sonar normal; No quiero que note lo mucho que me perturba su sola presencia.
— ¿A qué viene esa cara?.
— ¿Qué? ¿Tengo algo raro?.
— Ayer por la mañana cuando me llamaste, se te oía más contento que niño en pascuas. Pero hoy parece que vengas de un funeral, no hay quien te entienda. — Ignoro su comentario y me acerco a él, pero el se aleja — Ah, ¡Quieto ahí, nada de piquitos de buenos días! ¡Lo de ayer, para tu información, fue un accidente! metiste la pata.
— Ja, ja, ja. Lo de ayer no fue un "accidente", sino una "trampa", mas bien.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
