Capítulo 6

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Sobre la hacienda Tsukino había una gran nube tormentosa amenazando con caer con toda su fuerza sobre el lugar.

Lo que antes había sido una vida tranquila y llena de enseñanzas, se había convertido en una vivencia extraña y decepcionante.

Serena no entendía cómo es que su padre no le habló de sus hermanas. No comprendía, ellos habían sido cercanos y la convivencia siempre se caracterizó por ser amena.

—Papá, ¿Por qué lo ocultaste?

—Quizá no quiso romper la imagen que tenías de él. Probablemente explotarías en su contra y lo odiarías todo lo que restara de tu vida o...

Serena se volvió abruptamente del cepillado al caballo.

—¿Qué?

Nicolás estaba parado en la entrada del establo. Sonriente y alegre, el muchacho se aproximó a ella, tomó el cepillo del caballo y empezó a hacer su labor.

—Pareciera que estas espiando Nico.

—No, recién llego y te escuché.

Serena parpadeó dos veces y le vio ir hasta ella.

—Un año Nico, en el testamento, mi padre pidió que estuviéramos juntas un año.

Nicolás puso una mano en el hombro de Serena y sonrió un poco.

—Son tus hermanas, lo único que tienes...

...

—Veinticinco, veintitrés y veinte.

Musitó en reflexión el canoso hombre.

Callado, apacible, dueño de sí mismo y centrado en su trabajo, el notario Kou cerró la carpeta Tsukino. Suspiró y miró la nada mientras pegaba con el lápiz en su reluciente escritorio.

Estaba particularmente interesado en saber qué estaba pasando en la hacienda Tsukino y la resolución que las hermanas tendrían ya.

—¡Padre!

Yaten entraba en ese justo momento en que el señor Kou estaba por telefonear a la hacienda. Haciendo caso omiso a la llamada dio un visto al joven que se acomodaba frente a él del otro lado del escritorio.

—Yaten, —Exclamó con molestia—. Ya te he dicho que toques antes de entrar.

—No hay nadie afuera, tu secretaria no está y clientes—. Miró su alrededor—No tienes.

—¿Qué quieres?

Yaten inclinó el cuerpo para recargar su espalda en el asiento, miró a su padre y pidió lo que siempre pedía desde que era un niño.

—Ya sé que quieres que te financie tu proyecto en el extranjero pero ahora no hay presupuesto y las cosas no parecen ir mejor.

—¿Pero y Kenji? ¿No pagó? Digo, con ello podrías financiar y después te pago.

El señor tras el escritorio sonrió y negó con la cabeza. Su hijo Yaten siempre, desde niño había sido un soñador. Todo el tiempo emprendiendo y logrando poco.

Pero lo entusiasta y visionario nadie se lo quitaba, eso siempre se lo había admirado.

—…Te ayudaré—Aseguró poniéndose de pie y puso las manos sobre el escritorio—pero quiero que dejes de andar de wilo—Señaló la frente de Yaten—hasta cuernos te están saliendo.

Yaten se tocó la frente donde se había dado el golpe y rió nervioso.

Las Tres Tristes Tigresحيث تعيش القصص. اكتشف الآن