Capítulo 34| La casa de los sustos

Magsimula sa umpisa
                                    

—¡Emma espérame! —grité corriendo por el mismo lugar por donde ella se fue, pero entre la oscuridad y los cortes de luces y fantasmas de papel apareciendo cada tanto la perdí.

¿Ahora como se supone que salga de aquí?

Corro por un pasillo llevándome por delante telarañas y otras cosas viscosas que se resbalan por mi cuerpo sin pegarse en mi ropa. Continuo mi camino hasta que un hombre con capa negra y roja se cruza en mi camino dándome un susto de muerte. Abrió su boca enseñándome colmillos falsos y de su boca caía lo que parecía ser sangre.

—Una apetitosa presa para Drácula —habló con voz ronca y profunda el hombre arrancándome un grito y comencé a correr de nuevo huyendo en dirección contraria a la del monstruo. Con los apagones de luces me choqué contra una pared y me caí hacia atrás por el rebote del choque, sentía que todo me daba vueltas.

—Auch —logró articular desde el suelo frotando la parte posterior de mi cabeza, me di un fuerte golpe contra el concreto.

—¿Aileen? —La pared hablo, mire hacia arriba encontrando que aquella pared parlante era Damián. Me había chocado con él y no con una pared, esto no podía estar pasándome.

—Da... Damián —gimoteo intentando levantarme del suelo, esto era lo más humillante que me ha pasado y no podía ser peor.

—¿Te encuentras bien princesa Aileen? —pregunta, esté intentando ayudarme, pero como si temiera que lo rechacé alejo su mano y me vio ponerme en pie acomodando mi ropa.

—Sí, yo perdí a mi amiga, no sé por donde salir —respondo con un nudo en la garganta, mis ojos picaban, tenía muchas lágrimas acumuladas, pero no sabía si era por el susto o porque ver a Damián aún me afectaba.

—Tranquila princesa Aileen, sé cómo salir de aquí si quieres te puedo guiar —afirmó el castaño. Sus palabras me dolieron, por segunda vez me había llamado de aquella manera tan formal y fría, nunca me había disgustado tanto el protocolo real como ahora. Damián comenzó a caminar por los pasillos y lo seguí con la esperanza de encontrar a Emma y poder huir juntas de esta casa de los horrores juntas. —La casa de los sustos, nunca imagine encontrarte aquí, nunca te gustaron las películas de terror —pronunció el chico. Iba a responder, pero se me cruzó enfrente una mujer con pintura verde en su rostro, una gran nariz con una verruga enorme en la punta de esta. Esta mujer vestida de negro soltó una risa que podría ser comparable a la de mi hermano Ares cuando hace alguna maldad. Grité asustada y me pegué como chicle al brazo de Damián, a él no parece incomodarlo, estaba apretando su extremidad a tal punto que llegará a lastimarlo.

—Fue idea de Emma y Apolión me dijo una vez que este lugar es divertido, debí olvidar que la definición de diversión para mi primo es diferente a la mía —confesé soltando su brazo al notar que llevaba demasiado tiempo apretándolo —Perdón por apretar tu brazo.

—Entiendo lo de Apolión, pero... ¿Quién es Emma? —Su pregunta hizo que el ambiente tenso se disipara un poco, la tensión que tenía acumulada por los sustos que estaba teniendo. Temía que en cualquier momento empezará a despedir rayos a todo lo que me estaba aterrando.

—Es una amiga que conocí en el segundo momento más triste de mi vida —confesé abrazándome a mí misma, apartando la mirada de la cosa horrenda que estaba a mi lado derecho.

—¿Y cuál fue tu primer momento más triste? —pregunto. Frené mi andar y él también se detuvo cuando no me vio caminar a su lado. Se dio la vuelta viéndome sin entender qué pasaba y reuniendo valor me atreví a responder.

—El día que moriste, ese fue el momento más triste, aterrador y lleno de dolor que tuve en toda mi vida. Me gustaría decir que no es verdad, pero estaría mintiendo y para mentiras ya tengo suficientes con las tuyas —murmuró avanzando con rapidez, golpeando su hombro, pero su mano tomó mi muñeca.

La hija de Zeus y Hera [1.2]Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon