Prólogo

6.8K 62 11
                                    

obra registrada en safe creative codigo:  1208142122935

15 de Julio de 2000; Campamento de verano “Los Olmos”.

-Hola- dijo Sami a un niño que había sentado  en el césped mirando el paisaje, era rubio, delgado y más o menos de su misma estatura.

-Hola- contestó él sin mucho entusiasmo. – ¿Cómo te llamas?- siguió, pero sin ni siquiera mirarla

-Isamar, pero todos me llaman Sami, ¿Y tú?- comento mientras se sentaba a su lado.

-Kevin, ¿es la primera vez que vienes? - pregunto girándose hacia ella para observarla por primera vez.

Sami tenía el pelo castaño claro, ondulado y con una largura que le llegaba hasta el final de la espalda, ojos marrones y se podría decir que para una niña de su edad tenía unos cuantos kilos de más. Por ese motivo no hacia amistades con mucha facilidad, estaba acomplejada con su físico pero su mamá le decía que no pasaba nada, que cuando diera el estirón sería toda una modelo.

-Sí, mis padres todavía trabajan y venir a este campamento hace que mi abuela tenga unas vacaciones en su trabajo de canguro - Kevin sonrió ante el comentario, eso hizo que Sami se relajara y sonriera también.

-Qué suerte, tú por lo menos no veras a tus padres en estos días… yo….- suspiro- ¿sabes quien es la profesora María?- claro que lo sabía pero ¿a qué venia  esa pregunta?

- Sí, es la profesora de mi grupo, es muy simpática, me cae muy bien-

- Pues es mi madre y también es la profe de mi grupo… así que no creo que me lo pase muy bien aquí, con mi madre siempre vigilándome- dijo con cara de pena, realmente se le veía afectado.

Claro ¿qué niño en sus plenas facultades desearía que alguno de sus padres fuera el profesor de su grupo en un campamento de verano? esos días estaban dedicados para que fueran traviesos, para portarse mal y hacer todas las maldades que se les pasaran por la mente. Con uno de tus padres aquí, estaba clarísimo que no podrías hacer absolutamente nada.

-Lo siento mucho de verdad, si te sirve de consuelo mi prima mayor también ha venido, está en el grupo de los grandes y mi padre le ha dado órdenes de que me cuide y me vigile todo el tiempo - le daba pena el chico, la verdad le daría pena cualquier chico en su situación y si con ese comentario conseguía suavizar un poco la cosa… pues mejor.

De hecho funciono porque en la cara de Kevin se podía ver una media sonrisa. Bueno algo es algo ¿no?

-Gracias, me anima un poco saber que no soy el único aquí al que controlan- parecía un poco aliviado de verdad.- ¿Cuántos años tienes Sami?

- Hice ocho años el mes pasado. Tú pareces de mi edad ¿Cuántos años tienes Kevin?

- También ocho, pero hago nueve en cuatro meses. Oye, has dicho que mi madre también es la profe de tu grupo, así que vamos juntos ¿no?- se le notaba ilusionado, como si se le acabara de ocurrir una idea brillante, eso a Sami le asusto, era muy desconfiada.

-Sí…- dijo en un susurro.

- ¿Te gustaría que fuéramos juntos? si hay actividades que se tiene que hacer con parejas… o con grupos ¿podemos ir juntos? - Sami se quedó sin habla, ¿le estaba pidiendo que fueran amigos? ¿Una persona quería ser su amiga? ¡Pero si apenas me conoce!

-Vale… estaría bien, porque no conozco a nadie, bueno ahora te conozco a ti y a mi prima también pero porque es mi prima…- se estaba poniendo nerviosa, era raro que alguien quisiera ser su amigo. A todo esto, Kevin se levantó y la cogió de la mano estirando para que ella se levantara. Estaba sonriendo de oreja a oreja, ya no se le veía ni chispa de tristeza. Que rápido cambiaba de carácter este chico.

-¡Vamos! - decía con mucha energía –seguro que dentro de poco empiezan con la primera actividad. Ser el hijo de una profe tiene sus cosas buenas ¿sabes?... se todo lo que vamos a hacer estos siete días- cogidos de la mano se dirigieron hacia la que sería su casa esos días, donde grandes aventuras les esperaban y ahora, gracias a que se tenían el uno al otro, no las vivirían solos.

Así fue como comenzó la amistad de Kevin y Sami, dos niños que deseaban pasárselo lo mejor posible en los próximos siete días, porque ese era el tiempo que tendrían para estar juntos, para reír, correr, gritar. Y si se podía hacer alguna que otra travesura, como despertarse a media noche y pintar a algún que otro compañero, lo harían. Después cada uno volvería a su hogar, con sus familias y seguirían con sus vidas.

Ese fue el primer verano que compartieron, pero no fue el único. Año tras año los dos amigos se volvían a encontrar y disfrutaban de siete maravillosos días uno al lado del otro, creando así una amistad cada vez más fuerte, más unida, pero que solamente era de verano. El resto del año no se veían, ni siquiera hablaban. Aunque cada uno de ellos tenía claro, que al verano siguiente, el otro estaría ahí para vivir nuevas experiencias, acompañadas de las acostumbradas risas que envolvían el ambiente cada vez que esa pareja de pillos estaban juntos, a pesar de que cada año se ponía más difícil hacer travesuras, sobre todo desde que la madre de Kevin, la profesora María, paso a ser la directora del centro.

Pero fuera como fuese, ellos siempre encontraban algo que hacer y si con ello lograban fastidiar a algún compañero… mucho mejor.

Disfruta el momentoWhere stories live. Discover now