Capitulo 3- Golpe de suerte

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-¡Ya está bien Sami! No puedes seguir así- Dijo Sara muy cabreada con ella. En su réplica también se distinguían signos de preocupación.

Estaban todas reunidas en casa de Aroa. Se habían juntado para hablar con Sami y dejarle las cosas claras. No podía seguir así y menos sin contarles lo que le pasaba. Fuera lo que fuese querían ayudarla.

Había pasado una semana desde que llego del campamento. Desde la última vez que vio a Kevin. Ni una llamada, SMS o e-mail, no había recibido absolutamente nada de él y ella no dejaba de pensar en esas tres maravillosas noches. Tenía que olvidarlo como fuera.

<<Él no te quiere Sami, si así fuera ya hubiera llamado>> Se repetía una y otra vez ella misma. Creía que diciéndose eso podría olvidarse de él.

Salía con sus amigas cada día, dormía en casa de ellas, se apuntaba a todos los planes que le propusieran… Intentaba pasar el menor tiempo posible sola para no pensar en él. Pero casi nunca funcionaba. Solo cuando dormirá encontraba la paz que tanto necesitaba.

-Lo siento- contesto con voz apagada.

Todo lo sucedido le había cambiado el carácter drásticamente, ya no era la Sami traviesa y divertida de antes. Ahora apenas hablaba, comía porque tenía que hacerlo, salía con las chicas porque si se encerraba en casa creía que moriría. Estaba viviendo lo que algunos denominarían como un infierno.

-Es que no sabemos qué te pasa, no nos has contado absolutamente nada. Estamos preocupadas por ti- <<Genial, otro sermón >> Pensó Sami –entiéndelo, desde que llegaste del campamento ese, estas diferente. Siempre callada, no sonríes nunca, parece que vinieras con nosotras porque no quieres estar sola ¿Qué paso esa semana? Confía en nosotras, dínoslo- rogó Rosa mientras las demás asentían.

-Es que…-  no pudo aguantarse más las ganas y comenzó a llorar.

Las demás se acercaron y la abrazaron, tenía que saber que eran sus amigas. La apoyaban y se preocupaban por ella. Algo muy malo tendría que hacer Sami para que ellas no estuvieran a su lado y sabían que el motivo por el cual Sami lloraba no era así.

-Si tienes que llorar hazlo, desahógate con nosotras cariño- Decía Laia mientras le secaba las lágrimas con un pañuelo.

-Estoy destrozada- Exploto al fin –siento un vacío aquí en el pecho que me está matando. No quiero estar sola porque si lo estoy me pongo a llorar- decía entre hipidos- y no me canso de llorar, el vacío no se llena con nada, cada vez se hace más grande y no puedo más. A veces me falta el aire y no paro de pensar en lo mismo aunque sé que eso me lastima. ¡No puedo más!- acabo con un grito de rabia, por no poder controlar sus sentimientos.

 Quería ser una de esas personas que no sienten, que nada les duele. Esas personas que verdaderamente disfrutan el momento y después no tiene pena porque se ha acabado. Pero ella no era así, ella estaba locamente enamorada de Kevin y no podía remediarlo. Eso le hacía sentir muy furiosa consigo misma por no poder controlar sus puñeteros sentimientos.

-Vale, ya sabemos que es lo que sientes- Hablo Aroa por primera vez mientras le ofrecía una caja de pañuelos –Pero ahora nos puedes contar ¿Qué es lo que te ha pasado para que te sientas así?

-Kevin… - dijo en un suspiro –Él es lo que me pasa. Vosotras sabéis lo que he sentido y siento por él. Pues en el campamento de este año paso algo…

-Por dios Sami cuéntanos porque yo me estoy poniendo nerviosa y creo que hablo por todas- Dijo Rosa mientras las demás afirmaban con la cabeza.

-Nos acostamos- automáticamente dos enormes lágrimas salieron de sus ojos.

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