Me detengo en su frente.

—Quiero que hablemos. Siento que nada ha quedado solucionado.

—¿Eso sientes, Liam? —suelta, el sarcasmo resaltando en cada palabra que sale de su boca.

Se levanta del sofá y alza el cojín que se cayó al suelo. Lo observo con detenimiento cuando comienza a caminar por la habitación. Se detiene en el ventanal que tiene una gran vista a la ciudad lluviosa de Portland.

—Ella me dejó para irse contigo —habla en voz alta y claro para asegurarse de que estoy escuchando cada una de sus palabras—. Esa mañana, ella me besó y dijo "Es Liam, siempre fue Liam". Luego se largó. ¿Sabes lo que se siente eso?

Su voz tiembla, estando al borde de quebrarse. No puedo evitar sentirme como una mierda. Tal vez Nick tiene razón, tal vez estuve evitando todo esto por miedo a perder a mi amigo.

—Mierda, Tyler. Lo siento tanto... Pero tienes que entender que no fue mi culpa. No la obligué a hacer eso.

Voltea y es cuando noto sus ojos rojos. Ya he visto a Tyler llorar antes, de vez en cuando en los aniversario de la muerte de sus padres, cuando Quinn lo dejó por segunda vez. Siempre estuve ahí para él, siempre fui su hombro incondicional. Ahora se siente como si yo fuera el responsable de que se sienta así.

—No has sido tú quien dijo las palabras, tampoco la mandaste a hacerlo. ¿Pero en serio? ¿No te das cuenta que te metiste con mi ex? ¿Cuando una cosa así sale bien? —bufa y se cruza de brazos—. Me quedé callado, Liam. No dije nada porque no quería empezar una pelea entre los dos. No intento revolver mierda del pasado, pero necesito que entiendas que yo terminé como terminé por ser una consecuencia de la pelea que tú y Quinn tenían. No sé si te has detenido a contemplar eso.

Inflo mi pecho de aire, sin poder ignorar el dolor en mi pecho. Tyler pasa su mano por sus ojos para quitar sus lágrimas. Ese movimiento me tiene sintiéndome aún más como la peor persona del mundo.

Me considero inteligente. Debería haberlo pensado así, debería haber podido ponerme en los zapatos de Tyler por un instante. ¿Así me hago llamar su mejor amigo?

No.

Lo peor es que muy dentro de mí, sabía lo que estaba causándole a Tyler. Nunca dije nada por dos cosas. Por miedo a perderlo y porque cada vez que intentaba alejarme de Quinn, volvía como un perro perdido a su dueña porque no podía soportar no tenerla cerca.

—No espero que respondas. Yo no sabría que responder si fuese tú —suelta y me da la espalda—. Solo... Necesito estar solo por unos minutos, ya me pasará. Todo fue demasiado.

No pongo objeción, Tyler tiene razón. ¿Qué demonios puedo decir ahora? ¿Lo siento por no haberme hecho cargo de la chica que te rompió el corazón?

La verdad es que tengo que decirle que lo siento por haberme metido con Quinn cuando ella era su ex, lo siento por intentar tapar sus sentimientos y pretender que todo está bien después de lo que pasó.

Nunca debí involucrarme con Quinn en primer lugar, ella era la ex de mi mejor amigo. Es más fácil decirlo que hacerlo.

Asiento aunque él no pueda verme y en silencio me voy de la suite. Mi cabeza no para de pensar, desde que éramos niños, Tyler y yo nos habíamos prometido no ser de esos tipos de amigos que pelean por una chica. Aún así, años después, acá estamos.

Un claro ejemplo de que nada dura para siempre, nada es seguro y nunca hay que confiarse demasiado. Después de todo, el otoño se transforma en invierno, el día en noche y las promesas en mentiras. Nunca hay que dar las cosas por sentado.

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