Capítulo 8: La vida te da sorpresas

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– ¡Hola!, qué bueno que viniste – exclamó entusiasmada saludándolo de beso en la mejilla.

Hola, mira, te presento a mi novia Anastasia, amor, ella es Leila.

Mucho gusto Anastasia, moría por conocerte, no sabes lo bien que se expresa este hombre de ti, te tiene en un pedestal – dijo abrazándome como si fuéramos grandes amigas.

Mucho gusto – respondí sintiéndome asfixiada.

– ¿Les sirvo algo? – preguntó Christian mientras le daba un vaso a Leila obligándola a soltarme al fin.

– Yo quiero un whisky en las rocas – dijo Jack de inmediato.

– Yo un refresco de naranja, por favor.

Vi como preparaba el whisky y luego tomó otro vaso y el refresco de naranja.

¿Hielo? – preguntó mirándome.

– No, gracias – respondí esquivando la mirada.

Sirvió el refresco y tomó ambos vasos, a Jack le entregó el suyo y a mí, el mío, rozando mis dedos cuando lo tomé, provocando que sintiera un escalofrío, vi que esbozo una sonrisa traviesa, sabía perfectamente el efecto que provocaba en mí.

Tomó a Leila de la mano y caminaron a sus asientos, dejé que Jack me abrazara y caminamos detrás de ellos, nos sentamos a su lado, Jack junto a Christian, yo quedé en una esquina y miré al campo de juego, no tenía idea de lo que estaba pasando ahí, pero tenía que tratar de distraer mi mente. No sabía que iba a pasar ahora, era un hecho que él juego entre él y yo había terminado, las dos primeras reglas estaban quebrantadas totalmente, la tercera ya no importaba, era la más difícil de romper.

Los minutos pasaban lentamente, cada que detenían el reloj en el juego mi corazón se detenía porque eso extendía la agonía de estar ahí, a tan sólo un asiento de distancia. Estaba a punto de pedirle a Jack que nos fuéramos, pero la parte masoquista de mí no quería irse, lo más probable es que fuera la última vez que lo viera y quería guardar esos recuerdos, su sonrisa natural, tan encantadora como la retorcida, sus gritos por la emoción del partido, era un chico normal, que disfrutaba de la vida.

Cuando los Gigantes anotaban Leila lo abrazaba emocionada, se sentía una conexión especial entre ellos y por un momento deseé ser ella, yo conocía al amante, pero ella conocía al hombre y era afortunada por eso, no estaba limitada a ninguna regla y disfrutaba de ambas facetas, la sonrisa en su rostro me lo demostraba y yo sabía perfectamente lo que Christian te hacía sentir en la cama. Sentí que iba a romper en llanto y fui al baño otra vez.

Me mojé de nuevo la cara, no podía llorar, no debía, había sido una aventura que no podía tener un final feliz, quise jugar con fuego y me quemé, ¿por qué me afectaba tanto que tuviera novia?, yo tenía a Jack y a Christian parecía no importarle, estábamos bajo las mismas condiciones, "la vida es un equilibrio y no podemos ir en contra de eso", ¿acaso a esto se refería?, ¿él y yo estábamos buscando un equilibrio en nuestras vidas amorosas? Suspiré apoyada en el lavabo, después salí del baño y me acerqué a la mesa a servirme otro jugo.

¿Disfrutando del partido? – susurró en mi oído erizando mi piel, pero, ¿qué pretendía?

– No tanto como tú – respondí sin mirarlo tratando de calmar los latidos de mi corazón.

¿No te emociona tanto porque tu novio no está en el terreno de juego? – volteé a verlo más que sorprendida – él me contó que jugaba cuando iba en la escuela.

– ¿De dónde lo conoces? supongo que dadas las circunstancias te puedo preguntar lo que quiera – dije dándome la vuelta para enfrentarlo, pero dejé una mano en la mesa y la otra me la puse en la cintura.

Ardiente TentaciónWhere stories live. Discover now