Infiel.

Capítulo 10: Interés.

Me siento en la cama con mi celular entre mis manos, me muerdo el labio inferior y lo observo como si se tratara de un artefacto que nunca antes había visto. Lo pienso. Decido encenderlo.
Las primeras notificaciones en aparecer en la pantalla son las llamadas perdidas, por supuesto.

(10) llamadas perdidas de Lily Rider

(15) llamadas perdidas de Jake Brown

(30) llamadas perdidas de Amor ❤️

Y no solo eso, también tengo tres mensajes de mi cuñada, cinco mensajes del mejor amigo de mi esposo y cincuenta mensajes de Allan. Los mensajes uno tras otro dicen que vuelva, que me ama, que me necesita, que no para de buscarme, que vuelva, que me ama, que me necesita, que no para de buscarme, lo mismo una y otra y otra vez solo que escrito de diferente manera. Los mensajes no demostraban si estaba enojado o no, solo me transmitían desesperación y angustia, pero podría ser disfrazada, algo falso. Mi celular comienza a vibrar entre mis manos y me sobresalto. Es una llamada entrante de Allan. Inhalo y exhalo, lo pienso, veo la pantalla. No contesto. Poco después me llega un mensaje de él.

"Se que ya tienes el teléfono encendido, por favor llámame."

Me veo tentada a llamarle, me imagino a mi esposo destrozado por mi repentina desaparición y solo deseo hacerle saber que no debe preocuparse. Pero no lo hago, no puedo. Apago mi celular de nuevo. Suelto un largo suspiro. Escucho que tocan la puerta y miro por sobre mi hombro.

–¿Estás lista?– pregunta adentrándose en la habitación.

Me pongo de pie, camino hacia él y lo abrazo en busca de seguridad.

–No tienes que ir con nosotros si no quieres– dice y niego con la cabeza.

–Quiero hacerlo– afirmo.

La reunión con Skyler Jones si se va a dar, el equipo de Nathan consiguió contactarla y ella accedió a reunirse con ellos para responder todas sus dudas, lo único es que ella no sabe que yo estaré ahí para escuchar todo. No pretendo atacarla ni nada por el estilo, solo quiero conocerla, saber cuáles son sus motivos para estar con mi esposo en caso de que no sepa que es casado, qué tanto sabe de él, como la trata, tal vez pueda sacar algo bueno de ello.

–¿Cómo estás?– me pregunta cuando bajamos del auto.

–Creo que puedo con esto– balbuceo, él asiente y nos adentramos en el café.

Reconozco la melena rubia de espalda a nosotros y la acompaña un hombre unos años mayor que Nathan, de piel morena, espesa barba, ojos cafés y cabello negro bien peinado. El rubio carraspea y el otro sujeto se pone de pie para estrechar su mano, luego se vuelve hacia mi.

–Él es Joe, parte del equipo– lo presenta, estrecho la mano con el moreno y tomamos asiento frente a la muchacha.

–Oh por Dios, ¿tenían que traerla?– inquiere con sus ojos muy abiertos y notable irritación.

–¿Sabes quién soy?– pregunto con el ceño fruncido.

–Todos saben quién eres, tiene tres portarretratos en su oficina contigo– explica cruzando sus manos sobre la mesa, mis cejas se levantan levemente.

Vaya sorpresa.

–Entonces sabías que era un hombre casado– deduzco.

–Claro, nunca se quita el anillo– dice con indiferencia–. Ni siquiera cuando lo vamos a hacer.

Primera puñalada. Mi estómago se revuelve.

–¿Y no te importó meterte en nuestra relación?