Capítulo 31| Emma's coffe

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—¿Resaca? —interrogó la camarera que me había atendido minutos antes, estaba limpiando la barra con un pañuelo y me sonreía de manera amistosa. Su rostro de diamante llamó mi atención, ojos pequeños de color castaño, una nariz corta y labios carnosos. Traía el cabello negro bien atado en una cola de caballo alta y su piel bronceada natural me resulto exótica.

—Sí, es como si la cabeza se me partiera, nunca había tomado tanto alcohol —comente, tomando otro trago del café y pincho un trozo del pay llevándoselo a la boca, sabía delicioso y el malestar pareció abandonarme en ese segundo. Pero regresó rápidamente con un fuerte dolor de cabeza.

—Te puedo dar una aspirina si quieres, ayudará para el dolor de cabeza —aseguró la joven, agachándose un segundo buscó debajo de la barra. Y en un segundo volvió a ponerse de pie, con un paquete de comprimidos de aspirina —Aquí está —aseguro entregándome uno lo cual acepté, bebiendo junto con un vaso de agua el cual la chica me tendió.

—Muchas gracias por la aspirina... —No pude terminar la oración porque desconocía cómo se llamaba, su gafete solo ponía E. Rodríguez.

—Emma —terminó la oración por mí sonriendo. Me resultó gracioso que se llamara igual que el establecimiento, quizá solo era una coincidencia y su nombre le aseguro un lugar en el local. No pudimos seguir charlando porque el cocinero tocó la campana avisando que el pedido de la pareja que ingresó minutos atrás estaba listo.

Volví a pinchar el pay llevando un nuevo pedazo a mi boca, degustando el delicioso sabor de aquel manjar, por los dioses es lo mejor que he probado después de los pay de frutilla de Demi. Bebí un trago de café y cerré los ojos, me estaba sintiendo mucho mejor, esta cafetería se volvió mi lugar favorito en el mundo mortal.

—Princesa Aileen —escuchar aquella voz hizo que mi tenedor se resbalara de mis manos y cayera detrás de la barra, no quise darme vuelta porque conocía al dueño de aquella voz y aún no me sentía preparada para enfrentar la verdad. Estaba muy tensa en mi lugar, un escalofrío me recorrió la espalda y el malestar de la resaca era una tontería comparada a como me sentía en estos momentos. Una mano tocó mi hombro con delicadeza, fue como si temiera que le tire el café a la cara, gire la cabeza despacio viendo por encima de mi hombro a Damián. Un recuerdo fugaz de la noche anterior viene a mi cabeza, su sonrisa, algo que en estos momentos ni siquiera se imagina de ver en su rostro.

—Damián —habló con un hilo de voz, el nudo en mi garganta no me dejaba hablar con claridad y una sensación de miedo crecía en mi pecho. Apreté mis manos clavando mis uñas en mis palmas, quería irme corriendo, pero ya soy una adulta y debo enfrentar la cruda verdad. Él tiene todo el derecho de querer explicarme lo que sucedió y porque me mintió.

—Tenemos que hablar —anuncio las palabras que tanto miedo me daban, temblé en mi sitio asintiendo despacio con la cabeza, tenía muchas ganas de vomitar y la panza comenzó a dolerme mucho. Sin que pueda evitarlo en mis ojos comenzaron a acumularse lágrimas, no me sentía lista para esto. Sé que esto me va a doler.

—Te dejo un cubierto nuevo linda —interrumpiendo nuestro duelo de miradas, Emma me dejo un nuevo cubierto frente a mí, cerré los ojos apretando mis lagrimales para evitar llorar. Acomodándome en mi taburete, aclare mi garganta y miré a la camarera.

—Gracias —susurre tomando el tenedor entre mis dedos y pinche de nuevo el pay, no tenía hambre, pero hacer esto me mantenía ocupada y no pensando en la mirada de Damián sobre mi nuca.

—¿Puedo tomar tu orden? —preguntó Emma con una sonrisa al castaño, sacando del bolsillo de su delantal una pluma y una libreta.

—Solo quiero un café, por favor —respondió él volviendo a centrar su atención en mí, tenerlo tan cerca luego de creer que por meses que jamás lo vería otra vez es muy duro de asimilar. Lo peor es que mis padres lo sabían y no me dijeron nada, él tampoco me busco a pesar de que me vio sufrir tanto.

La hija de Zeus y Hera [1.2]Where stories live. Discover now