II. Eres el único con quien nadie quiere hacer equipo.

2.8K 271 63
                                    

Si ese había sido el calentamiento, Makoto no quería ni pensar en cómo sería el entrenamiento real. Sentía que la armadura le pesaba doscientos kilos y que el ajustado traje debía estar completamente empapado de su sudor, pues para colmo, la humedad en el infame Bosque de la Muerte, era insoportable. Respiraba pesadamente mientras disfrutaba de los cinco minutos adicionales de descanso que había tenido antes de que se presentara su supervisor, porque el tipo venía tarde. Y aunque eso le pareció anormal para tratarse de un ANBU, lo agradeció, ya que un movimiento más y de algún modo intuía que los brazos se le caerían.

—Psss... —Escuchó. El enérgico siseo vino de un compañero a su derecha, estaba recostado de un árbol aún con su máscara puesta. Era blanca como la suya, pues aún no se ganaban el derecho a pintarlas, la llevaban, supuso, para acostumbrarse a su asfixiante forma— ¿Es conmigo? —respondió finalmente.

—¿Te llamas Makoto, no?

—Sí —afirmó sin vacilar, aunque le pareció extraño que por fin alguien dentro de los entrenamientos se atreviera a hablar fuera de lo estrictamente necesario.

—¿Es verdad que estás saliendo con Haruno?

—¿Qué? —De acuerdo, ya era suficientemente aterrador que otro prospecto a ANBU le hablara, como para que encima supiera cosas de su vida privada —¿Cómo sabes eso?

—Te lo dije —agregó un tercer enmascarado, sumándose con descaro a la conversación—. Es hombre muerto.

Aquella definitivamente debió haber sido una clara segunda señal.

Makoto sintió una ráfaga de rabia revolverse en su pecho— ¿Qué se supone que signifique eso? ¡Oye! —Pero al castaño no le dio tiempo seguir interrogando al sujeto porque una bola de humo hizo acto de presencia en el campo, junto con un pequeño estruendo. Todos los soldados que estaban reventados de cansancio en la tierra pura, se levantaron de un salto, alineándose tan firmes como para dejar en vergüenza el asta de cualquier bandera.

—Yo —Saludó un ANBU incluso más alto que él, de cabello plateado cuya sola presencia tenía el suficiente peso como para hacerlos sentir sofocados—, soy el Capitán Lobo y seré su supervisor. Felicidades, oficialmente han pasado a la segunda ronda de su examinación —Era una lástima que su tono de voz no reflejara para nada el entusiasmo que tenía implícito aquella oración —. Me obligan a decirles que el día de hoy haremos un ejercicio que, estadísticamente, enviará a cinco de ustedes al hospital, dos a emergencias, uno a rehabilitación; tres quedarán inmediatamente eliminados y sólo dos pasarán a la siguiente ronda. Los restantes podrán optar por presentar de nuevo esta prueba, por una sola vez —Entonces alzó la mano —. Antes de comenzar, sí, de vez en cuando alguien queda en coma y no, no necesariamente eso supone su eliminación ¿Alguna pregunta?

Como era obvio, nadie dijo nada. Por primera vez Makoto no supo si aquello era una broma para disipar la tensión o simplemente los capitanes ANBU siempre solían ser así de malhumorados.

—Bien. Entonces, equipos de dos —Un segundo después de dar la orden, todos los prospectos aparentaban tener su pareja bien definida. Y aquello no le hubiera sido relevante a Makoto sino fuera porque con ello parecían haberse confabulado para dejarlo por fuera.

—Hum… —Escuchó al Capitán—. Yugao, la lista —Inmediatamente la ANBU que los había recibido y dirigido durante el calentamiento, apareció junto al supervisor con una tabla en la mano. El hombre la tomó y después de un rápido vistazo a los papeles sujetos a ésta, se dirigió al único joven sin equipo—. Así que ya alguien quedó en coma —dijo, haciendo obvia referencia al porqué del número impar entre los participantes— Nombre ―exigió.

—Fujiwara Makoto, señor —respondió, con la voz más partida de lo que le hubiera gustado.

—¿Makoto? —repitió de una forma que le pareció nada sana—. No me digas…—agregó casi con gusto sádico, para luego dedicar una especie de mirada retributiva al resto del grupo—. Muy bien, tal parece que seré tu pareja de hoy.

—"Esto tiene que ser una broma" —pensó el chico—"¡Qué tenía de malo Yugao! —Y se quejaba porque de alguna manera estaba seguro que aquel sería, o bien el peor día de su vida, o bien el comienzo de una terrible enemistad.

¿Cómo saber si tu capitán ANBU te odia?Where stories live. Discover now