Solo amigos *Editando*

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Estaba fuera de la casa de mi padre, ¿Qué le iba a decir?

–Hola papá, ¿Sabes? Me casare con el hombre que amo

–¿Cómo que te casaras hija? ¿Y fui el último en saber?

–Oh, claro. Y serás abuelo. Y nuevamente fuiste el ultimo en saber

Ni loca, se me muere ahí mismo

–Amor –me llamo Felipe

–¿Si?

–¿Qué le dirás?

–En eso estaba pensando –fruncí el ceño. Golpee tres veces la puerta

–Ya voy –grito una mujer, que supongo era la esposa de mi padre

–¿Nerviosa?

–Demasiado –admití. La puerta se abrió, dejando ver a una hermosa chica de cabello oscuro y piel morocha

–¿Hola?

–Hola –sonreí– ¿Esta Margaret?

–No, lo siento pero ella ya no vive aquí

–¿Cómo que no vive aquí?

–Se fue

–¿Hacia donde? –pregunto Felipe por mi.

Estaba en shock ¿Cómo que se había ido?

–No lo se –se cruzo de brazos– ¿Quiénes son ustedes?

–Mi padre, ¿Esta mi padre?

–¿Quién es tu padre? Mira niñita, puedes irte bien a la mierda y dejarme en paz

–El hombre que vive en esta casa –fruncí el ceño, esta chica estaba colmando mi paciencia

–¿Esto es una broma? –rió– váyanse de mi casa ya

–¿Quién es? –Apareció la esposa de mi padre– Ohh, Kassandra –sonrió al vernos– Pasen –hizo a un lado a la chica

–Madre, ¿Los conoces? –frunció el ceño la morocha

–Si hija, ella es tu hermana

–¿Cómo que hermana? –pareció sorprendida

–Es la hija de tu papá –rodó los ojos

–¿Qué?

–Ya basta

Parecía enojada, ¿Qué sucedía?

–Pasen chicos –sonrió– Kassandra, tu padre esta en la habitación

–Gracias –sonreí. Pude ver como la morocha miraba descaradamente a Felipe

Antes de abrir la puerta de la habitación, escuche como la morocha seguía reclamando

–¿Margaret? –se sentó mi padre

–No –sonreí

–Oh, Kassandra –sonrió. Abrió los brazos y lo abrace– Felipe – le dio la mano– ¿Qué hacen por aquí?

–Te veníamos a dar dos sorpresas –sonreí como niña buena

–¿Traen noticias de Margaret? –pregunto

–No –dije apenada– ¿Me podrías decir, quien es la morocha que me trato tan mal allá fuera? –pregunte con curiosidad

–¿Te trato mal? –frunció el ceño

–Ni que lo diga, nos quería echar –dijo Felipe

–Lo siento –se disculpo

–No importa –sonreí– ¿Qué paso con Margaret?