Bruja

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Palabras: 489

Cuando la señorita Bustier dejó a Marinette a cargo del curso, mientras ella resolvía un asunto con el director Damocles, nunca imaginó que la presidenta de la clase entretendría a sus compañeros de esa manera.

Marinette se paró frente al salón con una enorme sonrisa y una bolsa en sus manos. ¡Había planeado esta situación muchas veces! Estaba feliz de al fin poder realizarla.

—¡Queridos compañeros! —exclamó para llamar la atención de los presentes— Ah, y Chloé —ante la mención de ella, no pudieron evitar reírse—. Hoy les traigo un truco de magia que aprendí a hacer hace poco —sus compañeros la miraron, escépticos. Alya miraba a su amiga con la ceja derecha alta por sobre el marco de sus lentes— ¡Miren! —sacó de su bolsa una cadena amarrada por un candado— ¡Kim!

—Yo, ¿qué? —preguntó con miedo, ante la sonrisa de Marinette, si hasta parecía siniestra.

—¡Ven, necesito que intentes romper el candado! —le informó. Pero Kim seguía desconfiado.

—¡Anda, Músculos! —Alix lo miró de reojo y se cruzó de brazos—. ¿Vas a decirle a la clase que le tienes miedo a la tierna Marinette?

—Ya —con tal de no escucharle llamarlo Gallina, bajó los escalones hasta Marinette. Tomó la cadena, rodeando el candado con sus manos y tiró con todas sus fuerzas. Pero nada pasó.

El «Oh» en coro que se formó, generó que Marinette sonriera aún más.

—Gracias, Kim —Marinette colocó la cadena tras su cuello y dejó los extremos sobre sus hombros—. Hay cosas que el músculo no puede hacer, pero la magia, sí —Jaló con ambas manos la cadena y el candado no tardó en caer el suelo, dejando al salón en total silencio— ¡Taran!

Alya que no salía del asombro, fue la primera que inició el aplauso al que se le unió el resto del salón.

—¡Gracias, gracias! —decía la chica de coletas con una enorme sonrisa, mientras hacía exageradas reverencias.

—¡Lo que faltaba! —comentó Chloé, cruzándose de brazos— De panadera a bruja.

La morena iba a levantarse para defender a su amiga, pero no fue necesario. La misma Marinette aún con las cadenas sobre sus hombros y el candado en su mano, se acercó a Chloé y le sonrió.

—¡Por supuesto! —le afirmó— Así que, si fuera tú, tendría cuidado —movió sus manos frente a la rubia como si lanzaras polvos mágicos invisibles—, nunca sabes cuándo podía convertirte en una polilla.

Y antes que la hija del alcalde pudiera hacer nada, la profesora regresó a la sala.

—Gracias, Marinette, vuelve a tu asiento.

—¡Si, profesora! —afirmó, como si nada hubiera pasado, para tomar asiento y guardar la cadena en su bolso.

—¡Chica, tienes que contarme el truco! —le susurró Alya.

—No puedo, Alya —negó con la cabeza—. Una verdadera bruja no revela sus secretos.

Y mientras abrían su libro para seguir trabajando, Tikki disfrutaba de una cantidad considerable de macarrones, oculta en la carterita de Marinette.

Miraculous: Fictober 2018Where stories live. Discover now