—Estoy bien, Liam. Suéltame —pide entre balbuceos. Es ahí cuando me doy cuenta de que estuve sosteniendo su cintura todo este tiempo. Quito mi mano de ahí tan velozmente que parecería que acabo de tocar fuego.

Me quedo en silencio y en poco tiempo, el mesero llega con un vaso de agua cargado hasta casi el tope. Lo deja en la mesa y vuelve a irse. Tomo unos sobres de azúcar y vacío tres en el vaso. Revuelvo el líquido y obligo a Quinn a tomárselo entero.

Protesta pero termina cediendo y bebe todo con una mueca de asco. Cuando el vaso está casi vacío, lo deja sobre la mesa y logra sentarse correctamente.

—¿Te sientes mejor? —le pregunto.

Me odio a mi mismo por preocuparme, pero hay algo en mi que no puede dejar de hacerlo.

—Sí, gracias —responde mirándome a los ojos.

Luce tan linda como la recordaba. Sus ojos grandes, siempre atentos, su nariz delicada, sus labios finos... Todas esas facciones que hacen girar a más de una cabeza. Sin embargo, hay cosas diferentes en ella. El brillo típico de sus ojos no está más y su mandíbula se encuentra mucho más marcada debido a su baja de peso.

Aclaro mi garganta y aparto la vista. Me levanto del suelo ya que estuve todo este tiempo de cuclillas.

—¿Tienes como volver? Ya debo irme, pero deberías comer algo —le digo sin mirarla y en el tono de voz más frío que puedo.

—Eh, sí. Gracias —responde distante.

Me acerco a mi silla y recojo mi saco. Estaba listo para ir a la boda cuando al último minuto me arrepentí y vine a este lugar para tomar un café e intentar despejarme.

¿Quién hubiera predicho que terminaría encontrándome con Quinn en un bar, intentando que no se desmaye?

La realidad es que quiero irme. Quiero quedarme y sacarme las cien millones de dudas que rondan por mi cabeza desde hace meses. Quiero saber por qué no está en la boda de su madre, por qué estuvo llorando, por qué no comió. Quiero saberlo todo, y no tengo ningún derecho.

No tengo derecho a saber, y mi orgullo no me deja preguntar. Sigo recordando todo lo que hizo, esa mañana nunca se irá de mi cabeza aunque lo quiera con toda mis fuerzas. Quinn Meyer me rompió el corazón a mi, a mi mejor amigo y en el proceso, a ella misma.

Los dos no somos una buena combinación. Mejor irme antes de empezar algo que no sea capaz de terminar.

Saco de mi billetera dinero y lo dejo sobre la mesa, es el café que tomé y la propina. Le doy una última mirada a Quinn y me voy.

De nuevo, con cada paso que doy, todo en mi quiere que me gire a volver con ella y hablar. Los buenos recuerdos me llenan la mente, la manera en la que solíamos hablar, reírnos y bromear sobre nuestras vidas. Todo eso fue real, tan real que cuando desapareció me dolió como una buena golpiza.

Pero es tal como me dijo Aggie, debo ponerle un fin a esto. Este es mi fin con ella. Mañana volveré a Inglaterra y toda esta estupidez desaparecerá.

Camino por la calle y tomo una profunda respiración. Ni la ciencia puede hacerme entender porque demonios acabo de perder todos mis papeles al verla. Una sola mirada y sobra. Quinn acaba de hacer temblar todo mi mundo en cuestión de segundos.

Comienzo a caminar sin rumbos, no sé a donde estoy yendo y probablemente termine perdido pero necesito pensar. Necesito aclarar mi cabeza.

Odio a Quinn. La odio por su horrible forma de ser, pero también la quiero. Quiero cada cosa horrible de su forma de ser. No lo entiendo. ¿Cómo puedo seguir queriéndola?

The Same Heartbreaker (2) ✔️Where stories live. Discover now