-¿Que humano obligaría a su cachorro a salir con este frío?-

Kurama siguió observando al pequeño rubio, aprovechando que este aun no había reparado en su presencia. En un momento la mirada azulada del niño se apartó de las ya lejanas aves y volvió a perderse entre la flora cubierta de nieve, hasta que en un momento sus pasos se detuvieron abruptamente y su rostro adquirió una expresión de verdadera sorpresa. Kurama intrigado dirigió su mirada al mismo lugar hacia el que veía el rubio.

Eran las ardillas y los conejos reunidos en una ronda, en el centro de ella estaba un conejo de pelaje rojizo a quien la única coneja hembra había llamado Gaara.

-De tin, marín ¿quién sabe quien será? Al que toque al final quedara y la diversión entonces llegara para todos por igual, 1, 2, 3, 4, 5, 6, te toco, a, ti- termino de cantar de mala gana el más pequeño de los conejos mientras señalaba a una ardilla gordita.

El viejo zorro volvió a dirigir su mirada al niño quien había dejado olvidado su trineo y se había escondido detrás de un árbol. Sus ojos azules destellaban con el nítido brillo de alguien que ve algo maravilloso y fascinante por primera vez.

-"Oh"- pensó Kurama con cierta reverencia -"Asi que este año..."- no pudo evitar una pequeña risa se le escapara ante lo que esto significaba -"¡Vaya! Que interesante resultaste ser, cachorro"-

Abandonando su anterior empresa de dormirse una buena siestecita, Kirama se acomodó mejor entre los pastizales y decidió quedarse muy quietecito observando al niño que logró despertar por completo su interés.

-¡Pero yo no quiero perseguir, nunca atrapo a nadie!- se quejaba la ardilla gordita.

-Lo siento, Chouji, reglas son reglas.- dijo divertida Temari

-¡Shikamaru, diles algo!-

-Lo siento, amigo.- se disculpó una ardilla encogiendose de hombros- Reglas son reglas.-

El gordito parecia triste así que una ardilla de pelaje negro, con bastante pelaje sobre los ojos, y muy hiperactivo apoyo su patita en su hombro.

-¡Arriba, esos ánimos, Chouji-kun, vas a ver que nos divertiremos! ¡Que la fuerza de la juventud no te abandone!-

-Si, si, si- decían el resto de los animalitos.

-Y después te daremos una gran ración de bellotas cada uno- agregó Shikamaru.

-Si, si, si...¿qué?-

-Bueno- Chouji pareció más convencido- Si tanto insisten ¡Vamos a jugar!-

-¡Ese es el espíritu de la juventud!-

-¡Esto es increíble!- escucho Kirama que el niño exclamó por lo bajo, volvió a ver a los pequeños roedores ignorantes de que tenían público presente. Todos se estaban poniendo detrás de la ardilla gordita y comenzaron a entonar la canción para dar comienzo al juego.

-¡El no ve que lento es, demuestranos lo que es correr, en sus marcas, listos, fuera!- y así comenzaron a correr para todos lados ardillas y conejos buscando algún lugar de escondrijo antes de que los atraparan.

Si bien los conejos tenían a su favor unas patas fuertes para saltar alto cuando Chouji los alcanzaba, las ardillas eran las que mejor les iba pues podían escalar fácilmente cualquier árbol que se les cruzara y su compañero al ser más lento prefería centrarse más en los conejos que en ellas. Esto no les gustó nada a los conejos, quienes no tardaron en reclamar.

-¡Eso no es justo! ¡Los conejos no podemos trepar!-

-¡Y las ardillas no podemos saltar tan alto como los conejos y no andamos quejándonos por eso!- rezongó una ardilla de pelaje marrón.

Los Doce MesesDär berättelser lever. Upptäck nu