treinta y dos

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XXXII: “ d e s p e d i d a ”

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XXXII: “ d e s p e d i d a ”

Parte II.

—¿Ya están? ¡Al fin! —exclama Martin al vernos.

Le habiamos hecho esperar a Benítez y Maxi quién nos vinieron a buscar, ya que Ana vino a prepararse conmigo.

—Están re lindas. —dice Martin, a lo que yo solo sonrió y Ana le dice un “gracias”—. ¿Vamos? Franco nos iba a esperar en la entrada del boliche.

Asentimos, Ana sale primero después Martin, yo y detrás mío Maxi.

—¡Ah, espera! ¡Mis llaves! —me acuerdo, Maxi niega con la cabeza—. ¿Me la pasas? Están a lado de la tele.

Mientras que los otros dos van saliendo del pasillo espero a Maxi, pasa por mi lado para dejarme cerrar la puerta, cuando siento su mano apenas en mi espalda desnuda, por el top que llevaba.

Me quedo helada pero reacciono rápido. Obviamente no estaba acostumbrada a usar algo tan descubierto y a cualquier tacto quería querer no reaccionar así.

Maxi me espera y alcanzamos a los dos que iban adelante.

Esta noche no podía salir mal, me repetía.

Quería creerlo.

En el boliche nos fuimos encontrando con los demás, aunque no estaban todo el plantel lo más jóvenes si estaban, fue donde Benítez me dijo al oído que la mayoría si fueron a comer al departamento de Tagliafico por la despedida.

Al principio solo estábamos nosotros y se me hacía raro que él no llegará pero estaba bien, porque solo eramos nosotros. Hasta que se hicieron casi las tres y él apareció de la mano de ella.

A los chicos no les saludó, obviamente porque ya los había visto, al momento de llegar donde estaba me morí, se veía tan lindo con esa camisa que solo pensaba en que me saque del boliche y vayamos a mi departamento, pero sin pensar mucho se acerco y me dio un beso en la mejilla con una media sonrisa, paso de mí saludando a Ana, es donde vino ella, que me sonrió a medias saludando con un beso y después haciendo lo mismo con mi amiga.

Para mi mala suerte, la ronda era bastante grande y ellos se pusieron en frente, sí bien en frente como para que yo los vea toda la noche bailar, tocarse y besarse.

Como si supiera que la iba a pasar mal, Ana tomo mi mano y la mire.

—Vamos a la barra. —me dijo al oído, sin más la seguí.

Llegamos y ella pidió algo.

—¿Queres algo? —preguntó mirándome.

No iba a tomar, pero pensándolo mejor no podía aguantar a Tagliafico y su novia en frente mío sin alcohol.

Segunda | Nicolás Tagliafico.Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon