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III: “  i m p o s i b l e ”

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III:   i m p o s i b l e

Como otros días observaba el entrenamiento de Independiente pero ese día algo desanimada, triste.

La razón de siempre. Problemas familiares.

¿Pero porque no querés? Te dije que podes venir, mamá estoy sola.

—Sabes que tu papá no quiere. —la voz de mi mamá se apagaba cada día más con el pasar de los días.

Tenía días dónde la llamaba y le preguntaba que como estaba, ella vivía en Santa Fe, con mi padrastro un hombre insoportable y horrible, violento sobre todo, por lo que decidí irme y venirme a Avellaneda para conseguirme un trabajo cerca del club, suerte que lo tenía y era en club

No es mi papá. —le interrumpí—. Podes venir y te quedas conmigo, te extraño mucho.

Cuando me vine para acá ella prometió que a los meses iba a venir a visitarme y eso nunca pasó, por lo que no veía a mi madre desde casi ocho meses.

Yo no me animaba a ir a verla ya que antes de salir de esa casa, discutí mal con el tipo, porque quiso pegarla.

—Veni vos Tina, yo te esperó siempre aca lo sabes... —suspire me hacía muy mal escucharla así, que me hizo largar un sollozo.

Quite el teléfono de mi boca y respire profundo tampoco quería largarme a llorar en pleno estadio con los jugadores a metros de mí, aunque estaba sentada en los bancos colocaban cerca de la salida de la cancha.

—Mamá... ¿Porque no podes dejarlo? Me siento mal, se que te maltrata mientras yo no estoy. Animate, salí de eso y veni a vivir conmigo, por fa.

Hubo un silenció, sabía su respuesta, porque lo había intentado muchas veces.

—Perdoname mi amor no puedo, lo sabes... Tengo que dejarte, te habló despues yo ¿si? Cuidate. —sin que yo pueda responder me corto, sabía la razón el tipo seguro llegó de trabajar porque logré escuchar de lejos su voz.

De la impotencia el celular se me cayó al piso y ni siquiera lo agarre de nuevo.

Me daba tanta bronca y tristeza mi mamá no se merecía eso, pero si ella no quería salir por si misma y eso que lo intenté muchas veces tampoco iba a hacerlo ahora.

Quería hacer algo por ella pero no podía hacer nada si ella no me ayudaba, no quería que la ayuden.

Siempre fui una mina muy calentona me arrepentí de eso justo cuando patee sin querer mi mochila con la cámaras adentro, así que la tomé y la abri rápido esperando que no se haya roto.

Estaba todo.

—Che... —me limpié rápido la cara cuando vi que un jugador se acercaba, miré a lo lejos, el entrenamiento terminó—. Hoy hacemos algo.

Bustos se sentó a lado mío, hasta que me miro la cara.

—Agos, ¿estas bien?

Asentí con la cabeza y lo mire dándole una sonrisa falsa.

—¿Segura? —me miró serio, asentí.

—Si Fabricio.

Él me miro, sabía que no me creía y que capaz iba a preguntar más cosas conociéndolo.

—¿Que me decías? —lo desvíe de lo que iba a preguntar de nuevo.

—Ah, si... Que hoy hacemos un asado en lo de Gioglitti. —dijo ¿me estaba invitando?—. Y van las mujeres de todos casi, y por ahí si querés podías ir vos también

Me reí y negué.

—Na, ni ahí.

—Dale boluda... Ya te conocemos todos sos una de nosotros, si querés te paso a buscar yo. —propuso.

—Gracias por pensar en mí Fabri, pero no puedo, tengo cosas que hacer, ya había quedado. —fue lo primero que se me ocurrió.

—Mmm, bueno... Si cambias de opinión sabes que tenés mi numero. —dijo y se levantó de a lado mío poniendo su mano en mi hombro—. ¿Segura que estas bien?

Era un amor Bustitos.

—Sí, enserio... Estoy bien.

El se quedo un ratito más insistiendo hasta que se fue a las duchas, los que salían seguían pasando y me saludaban.

Hasta que me quedé sola, suspire tenía que volver al departamento pensando en qué iba a cocinar hoy, así que antes de levantarme agarré mi mochila y salí.

Llegando a la salida del estadio escuchó silbidos no pensé que fuera a mí hasta que miré por mirar.

Nicolás venía algo apresurado.

—¡Hey Agostina! —levantó la voz.

Era la primera vez que me llamaba por mi nombre, aunque nunca me dijo más que «hola, si, no, buenos días, chau»

Me frené y se fue acercando con algo en su mano. Que idiota.

—¿Es tu celular, no? —levantó su mano mostrándome, el mechon de pelo se le caía y estaba algo transpirado.

—Sí, es mío. —sonrei acercandome para agarrarlo.

—Estaba tirado abajo de los bancos. —me explicó pasandomela.

Con un poco de miedo, no quería tocar su mano y a la vez sí.

—Gracias —le dije, el asintió sin más me saludó y volvió a entrar al club.

¿Que fue eso?

De eso hablaba, conmigo era tremendo seco, como si fuera que yo podía comerlo nose, fue quería pero hacerlo, hacerlo no lo iba a hacer, hasta que el me de señas de que sentía alguna atracción física aunque sea para mí.

En ese momento pensé que eso estaba muy lejos y que todo lo que quede trabajando en el club no iba obtener nada más de él sumándole que se rumoreaba que después de la copa se podía llegar a ir.

Tagliafico era imposible para mí.

En ese momento...

Segunda | Nicolás Tagliafico.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora