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Diciembre 6, 2016
13:24 pm

Acomodo otra vez el arma y miro a través de la mirilla para asegurarme de que nada está se podría interponer. Luego me acomodo yo en el suelo, porque si no estoy cómodo, nada de esta mierda funciona.

¿Estas en posición?— me preguntan a través del comunicador en mi oído.

—Si.

Bien, pasarán por allí en cinco minutos. Es una van blanca marca Dodge de patente 02-D-57287 continúa. —Elimínalos a todos.

—Copiado.

Lanzó un gruñido y me dedico a esperar y también a maldecir en mi interior. Yo no debería estar aquí, no en lo absoluto, porque nuestro trato es claro; sólo nos encargaremos de las entregas de mercancía los dieciochos de cada mes. Por supuesto hoy no es dieciocho, pero a Caín se le ha plantado usarme a mí como el juguete de hoy y aquí estoy. No puedo negarme, estoy atado de manos.

Comienzo a divisar el auto desde la curva que rodea el borde de la montaña. Estoy en la calle de en frente, más adelante por el mismo camino que ellos vienen, y cuento con miserables 30 segundos para dispararles antes de que doblen la siguiente curva y los pierda de vista hasta que estén frente a mí. Ajustó la mirilla y concentro la vista en el interior del auto, sin embargo, lo que veo me deja en blanco.

—Debe haber un error.

¿Es la patente que te dijimos?

Vuelvo a leer por si acaso. —Si.

Entonces no hay ningún error.

—Pero... pero en el auto viene... una familia.

Y se me paraliza todo el cuerpo con la imagen. En el interior maneja una rubia mujer joven, no más de treinta y cinco, junto a ella una adolescente de menos de doce y en asiento trasero, en una silla de seguridad, un bebé que no supera el año de vida. No pueden hablar en serio, ellos no pueden ser el blanco.

Son la familia de los hombres de Mavea, la mafia que traiciono a Caín el mes pasado— contestan la voz de Ferrari al otro lado. —Ellos son el blanco. Debes deshacerte de todos.

No son más que personas inocentes, no tienen la culpa, ellos no tienen por qué pagar por el error que cometió su padre. Y es que se perfectamente que no importa cómo, ni siquiera cuando tu conocido elige esta forma de vida, tú eres culpable de lo que haga. Nadie debería pagar por las cuentas de otras personas.

—Yo no haré esto— digo, y la familia desaparece de la vista. Me alejo del arma y me pongo de pie. Al otro lado escucho un gruñido.

No tienes opción Škoda, es tu trabajo.

—¡Esto no es parte de los malditos acuerdos! ¡Caín está rompiendo su trato!

¡Si ella aún está a salvo es solo porque Caín lo permite!

—¡Ella es el trato!

Y este es tu nuevo trabajo, no hay más opción— repite.

Apago el micrófono para que no me pueda escuchar gritar, para gritar y para golpear el muro de rocas que tengo al lado. Siento impotencia, una rabia que sube y crece desde lo más profundo de mi interior y amenaza con explotar. ¿Por qué ellos? ¿Por qué debería elegir la vida de ella antes que la de los otros? ¿Cuál es la diferencia? ¿Vale la vida de una persona la de otras tres? Me estoy viendo obligado a elegir entre sentimientos o remordimientos, y pese a cuanto me niego, lo tengo más que claro.

Perfecto Engaño | Titanes III |Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ