Capítulo Treinta y Cuatro: Campanas de Boda

7.6K 278 34
                                    

JUDAH

Sonrío sintiendo la emoción correrme por cada una de mis venas al apreciar su hermoso y pálido rostro descansar, sus afiladas mejillas dueñas de un sonrosado rubor natural que provoca que el color de sus carnosos labios resalte, volviéndolos tentadores. ¿Quién no querría probar, aunque sea una simple gota de tan maravilloso néctar?

Acero mi rostro al hueco de su cuello, dejando tímidos besos en su cuello como desde la primera vez que la sostuve entre mis brazos aquella noche cuando éramos unos simples adolescentes que no sabían cómo expresar sus sentimientos por el otro. Esa noche estrellada en la que entre susurros le prometí que no le haría daño, en la que mis nerviosos besos hicieron un camino hasta su boca, la cual con torpeza se movió sobre la mía. Ella, quien tímidamente recorría con sus manos mi espalda. La dulce e inocente adolescente que me ofreció una sonrisa en medio de la oscuridad con nuestras manos entrelazadas; es la misma mujer que se encuentra acurrucada contra mí, segura a mi lado, de donde nadie podrá sacarla.

Es ella quien me inspira a ser tantas cosas, a cometer demasiadas locuras incontables gracias al amor que tengo dentro de mi corazón dedicado solo para ella. Deseo que sea mía, absoluta y únicamente mía delante de todos los demás. Por más que no me importa tener un papel escrito que diga que está fielmente a mi lado, la idea de poder apreciar mi apellido al lado de su nombre por primera vez provoca que miles de mariposas se posen en mi estómago. Mía.

¿Quién diría que ese niño tímido de diez años conocería a la mujer de su vida cuando entró a la casa vecina solo para hacer amigos? Ese pequeño nunca imaginó quedar hipnotizado por la belleza que esa hermosa niña de rubios cabellos poseía, mucho menos no poder dejar de sentir su corazón latir con fuerza, lleno de emoción cada vez que una sonrisa se posaba en sus labios, dedica solo para él. No pensó, ni en sus más locos sueños, ganarse un lugar en su interior.

Ese pequeño niño que creció para volver a encontrarla después de lo que pareció toda una eternidad. Que pudo tenerla entre sus brazos sabiendo que no importaba el pasar de los años, ella siempre estaría esperando por él debido a que no existía amor tan fuerte como el que existía entre ellos. ¿Cómo podía él explicarle que, después de todos esos años, seguía soñando con el momento de tomar su mano y presentarla como suya delante de todos?

Es mía, mi hermosa pequeña de ojos mieles y rubios cabellos. Ella que al verme por primera vez hizo una mueca para presentarse amablemente, quien disfrazó su amor por odio por miedo a permitirse sentir más de lo que debía. Pero, por más obstáculos que esos dos niños pusieron entre ellos, sus mismos corazones se encargaron de romper cada uno de ellos al mismo tiempo. Y, cuando ese último bloque fue retirado y los ojos de ambos se encontraron después de muchos años, supieron que su amor surgiría una vez más tarde o temprano.

Pensar que por fin será completamente mía ante todas las leyes que existen provoca que una carcajada amenace con salir de mis labios, debido a que es mía por más que no lo tengamos legalizado en una absurda hoja de cartón. Es la madre de mis hermosos hijos, esos los cuales me hacen recordar millones de veces que no puede existir nada mejor que llegar a casa solamente para verlos y tenerlos entre mis brazos.

La emoción que siento es imposible de ocultar de los ojos de los demás. No pensé, ni en mis más locos sueños, en que este momento llegaría o tomaría un lugar en nuestras vidas. Pero, saber que después del medio día será mi esposa después de haber tropezado durante todo el camino, simplemente me hace caer en la cuenta de que estamos destinados a estar unidos, al lado del otro. La adoro, y la amo con todas mis fuerzas. Estoy tan enamorado que respirar cuesta al saber que ella también siente lo mismo por mí.

Ambos tratamos de desaparecer de la vida del otro para siempre, dejar de pensar en lo que nuestros corazones exigían. Ella, que trató de alejarme a pesar del dolor que le causaba en su pecho, quien pensó en mí antes de su propia felicidad. ¿Qué es la felicidad si no está a mi lado? Solamente sonrío cuando ella está conmigo, cuando la veo con mis niños alrededor, los cinco dispuestos a llenarme y recibirme en un mundo lleno de experiencias de alegría. Pero el destino siempre nos volvería a juntar para estar con el otro. Sabíamos desde el momento en que nos volvimos a ver que iba a ser inevitable que no volviéramos a tener algo.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 26, 2018 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Campanas de Boda ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora