Capítulo Veinticinco: Contigo

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JUDAH

Beso todo su dulce cuerpo esperando no perder ningún centímetro de él. Khalessi ladea la cabeza de lado a lado de vez en cuando, soltando pequeños suspiros haciéndome entender que sí siente mis caricias y mis mimos. Mis labios besan sus perfectos senos, para bajar por su vientre hasta llegar por abajo hasta sus muslos. Beso el interior de estos mordiendo la piel y haciendo presión, sonriendo al ver la zona rojiza a la que se le han roto los vasos sanguíneos.

Despierta en cuánto beso mi lugar favorito ubicado entre sus piernas. Dios, definitivamente estoy loco por esta rubia de hermoso cuerpo. Me hace despertar con ganas de abalanzarme sobre ella y devorar su boca con la mía, de querer hacerle el amor a cada segundo del día. La forma en que sus manos tiran de mi cabello, en como sus labios susurran mi nombre repetidas veces... no lo cambiaría por nada del mundo.

Gateo por su cuerpo cuando está hecha un manojo de sensaciones, temblando entre mis brazos. Río encantado cuando su boca encuentra la mía, besándome llena de desesperación abriendo sus muslos para dejarme entre ellos. El nivel de intimidad que estamos teniendo desde que volvimos a empezar a alcanzado una cima que nunca antes habíamos experimentado. Es como si fuésemos dos adolescentes que no pueden tener suficiente del otro, volviéndonos insaciables.

Ayer a duras penas pudimos salir de la habitación, no sin antes haberlo tratado por más de tres veces. La primera fue al despertarnos, y ella no me dejó ni dar un paso fuera del cuarto al rodearme con sus brazos y besar todo mi cuerpo para terminar haciendo el amor en el sofá hecho para una persona. En segundo, fui yo el encargado de no querer dejarla salir. A penas vi su cuerpo desnudo, mi mirada clavándose en la hermosa retaguardia que tiene, el único pensamiento que vino a mi mente fue las ganas que tenía de clavar mis dientes en su carne. No pudo dar ni dos pasos.

Debo admitir que la última vez también fue por mí y mis irresistibles deseos por la madre de mis hijos. Amo sus pechos, y el apreciarle verlos delante del espejo, cubriéndolos con sus manos mientras me preguntaba si siempre los había tenido así de voluptuosos hizo que desease estar unido a ella a la velocidad de la luz. No pasó mucho tiempo cuando mis manos se encontraron ahuecando sus senos, diciéndole lo mucho que le agradecía a Liam por habérselos dejado mucho más grandes que cuando estuvo embarazada de su hermana mayor.

Esta mujer de rubios cabellos tiene una energía que todas envidian. Toda sudorosa, desune nuestros cuerpos con una hermosa sonrisa que me roba un jadeo bajo, para luego entrar corriendo al baño provocando que ría lleno de cansancio. Dios, y pensar que solamente tenemos aquí dos semanas.

No hemos tenido problemas ni discusiones durante este tiempo, y eso resulta maravilloso. Pero también me preocupa, debido a que siempre que estamos bien, algo sucede entre nosotros que nos obliga a tomar decisiones que nos lastiman. Me recuerdo que es otra Khalessi, que no es la antigua mujer que me hacía perder la cabeza con sus cambios de emociones.

Pero, ¿qué sucederá cuando le diga la verdad?

Me coloco un par de bóxers limpios y me echo en la cama para esperar a que ella salga del baño. Eso es lo mejor si queremos llegar a tiempo a la reservación que tenemos en ese restaurante famoso al que tanto quiere ir, no podemos caer en la tentación de hacerlo dentro de la ducha por más tentador que eso suene.

Mi móvil vibra con un mensaje del mellizo, quien provoca el resto por parte de los demás amigos. Río al ver los diferentes comentarios que hacen sobre la luna de miel que la rubia y yo estamos teniendo. Joder, solo puedo pensar en mis niños.

Derek: Se están dando la buena vida, eh.

Hache: Interrumpo la luna de miel porque tengo una gran duda.

Campanas de Boda ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora