45 - LA FORMA DE MORIR MÁS BELLA

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Se durmieron con los huesos tiritando y la sangre aterida a la soledad, respiraron juntos el último hálito de amor sagrado.

Tenían entumidas las entrañas, pero aún ardían las ascuas de sus almas incendiadas; por ese amor que los calcinó cada noche y cada día.

No tenían una estufa para combatir la gelidez del tiempo, que se ensañó con sus cuerpos, ellos solo se abrazaron entre el aliento de la agonía, mientras la hipotermia silenciaba sus extenuados latidos, para siempre.

Una sonrisa aún ondeaba en los labios de ambos ; como si aún la felicidad  los estuviera  meciendo y ellos masticaban, los últimos respiros que agitaban el pañuelo, con las maletas en los hombros.

Los hallaron con las manos trenzadas en un beso, la sonrisa de sus ojos aún latía cuando descubrieron tan nefasto acontecimiento.

Ellos no murieron de frío, la llama de sus almas jamás se apagó, el destello del rocío de un "te amo" siempre", lo confirmó.

Nadie vio al ángel que los cobijaba entre la comisura de sus alas, Dios los acogió en su regazo, siempre estuvieron acurrucados en ese calor divino y eterno.

Tiñieron con su silencioso grito las páginas del diario, peinaron el morbo de quienes negocian, con el tañido de la muerte.

La muerte no pudo separar ni sus cuerpos que se acurrucaron uno al otro para navegar en el sueño eterno, a la luz de una estrella que contempló con cierta envidia, la forma de morir más bella.

"Misceláneo lírico"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora