Capítulo 15

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Nunca me hubiera imaginado en esta situación.

Es como si ahora viviera en un sueño eterno, donde nunca puedo despertar. Donde existen las hadas madrinas que conceden deseos, los pequeños duendes y los elfos...

Nunca ni siquiera imagine, ni pensé que esto pudiera llegar a ser verdad.

Que en este planeta habitara más de una especie que no sea humana o animal. Seres mitológicos, seres mágicos. Hermosos y majestuosos.

Ahora, en este momento, sentada con mis semejantes, que acabaron siendo elfos, nada más parece irreal.

En otro momento de mi vida solo pensaría que es ilógico siquiera pensar en la existencia de estos seres. Que solo fueron creados por una mente con demasiada imaginación.

Y ahora veo que esto es real.

Ten real como yo misma.

Porque yo soy igual a ellos.

-Gracias al dios Frey y a la diosa Freya tenemos nuevamente a Nimiel entre nosotros-dice Kirim.

Cada vez que me llamaban con ese nombre sentía una puñalada en el corazón.

Y en momentos como este llegaba a pensar que mi vida fue planeada desde un principio, llevaban los días contados hasta mi aparición en el reino, tenían en cuenta cada segundo que llevaba vida, cada respiro y suspiro.

En este momento me doy cuenta que yo nunca viví mi vida.

Yo nunca existí.

Michelle nunca existió.

De repente el cielo se oscurece, unas nubes negras y espesas lo cubren todo, ya la luna no nos ilumina.

Todos se ponen de pie, mi padre me sujeta del brazo, ayudándome a ponerme en pie.

Y como todos aparecieron a mi llegada, desaparecieron.

- ¿Qué está pasando? -pregunte, nerviosa.

Mi padre camina y me lleva tras él, junto a nosotros vienen Anthony y Kirim.

Miro interrogante a Anthony, quien niega con la cabeza.

Miro de la misma manera a mi padre, captando su atención.

-Luego te cuento, ahora vámonos -responde.

Llegamos al palacio donde unos hombres nos abren las puertas, luego los cierran tras nuestro.

- ¿Qué está pasando? -volví a preguntar.

Todos se mantuvieron en silencio, ignorándome.

-Vamos al estudio-dijo Kirim.

Y tanto mi padre como Anthony lo siguieron por las escaleras.

Respire hondo y fui tras ellos.

Se detuvieron frente a una puerta de bronce, mi padre y Kirim intercambiaron miradas.

Tocaron la puerta.

- ¡Pasen! -se escucho desde adentro de la habitación.

Abrieron la puerta y entramos al salón, tres hombres se hallaban dentro, sentados tras una gran mesa de cristal. La mirada de los hombres se dirigieron inmediatamente a mí, se pusieron de pie.

Iban vestidos de la misma manera que Kirim y mi padre, con túnicas.

Uno de los hombres se acerco a nosotros.

- ¡Princesa! Qué alegría tenerte con nosotros -dijo el hombre, cuyos ojos eran violetas, resplandecientes-, mi nombre es Krull, mucho gusto-tomo mi mano, estrechándola.

Alma Guerrera EN REVISIÓN Y EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora