Especial Judas -Parte 1-

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He sabido desde pequeño, lo que son las pérdidas. Por mí, mi madre fue asesinada, y gracias a mi temprana edad, no puedo recordarlo.

Mi hermano, seis años mayor, fue aquel que se encargo de cuidarme, luego de que mi padre desapareciera.

Jamás supimos si realmente fue asesinado también, o sólo vio como una oportunidad la muerte de mi madre, para desligarse de nosotros.

Crecimos en la calle, a merced de adultos que en vez de protegernos, se aprovechaban de nuestra ingenuidad.

A la edad de cuatro años, aprendí que un adulto que te sonríe, no es sinónimo de buena persona.

Aún a veces, suelo tener pesadillas de aquel maldito día, y de ese hijo de puta que robo mi inocencia.

Mike juró no volver a dejarme sólo, y aunque le creí, nada en mi volvió a ser igual.

Jamás lo culpé de nada, mi hermano tuvo los huevos que a mi padre le faltó, e hizo lo que mejor podía hacer un niño de su edad, para sobrevivir.

Cuando tenía seis años, fue la primera vez que robé. Tenía frío, hambre, y estábamos en plena época navideña.

Siempre solía pararme en las vidrieras de los locales de electrodomésticos, y mirar la programación que pasaban en sus grandes televisiones.

Sus especiales de navidad, la unión familiar, como las madres cuidaban y amaban a sus hijos. Como esos niños esperaban ansiosos a Santa.

Y yo me preguntaba ¿Dónde estaba Santa? ¿Por qué jamás había venido a dejarnos un obsequio a mi hermano y a mi? ¿Realmente éramos tan malos?

La noche pronto llegaría, y a Mike no le gustaba que yo me ausentara por mucho tiempo.

Él se había encargado de crear un refugio para ambos, con cajas de cartón, y algunas maderas que habíamos encontrado.

No era fácil para dos niños pequeños sobrevivir en aquella ciudad subdesarrollada, pero nos rebuscábamos la forma de tener algo que comer todos los días.

Aquella noche, mientras volvía a mi "hogar", observé como un niño estaba distraído hablando con sus padres, contándoles lo ansioso que estaba por la llegada de Santa.

Miré la bolsa que había dejado atrás, y no lo dudé por un segundo. Me acerqué, la tomé, y corrí como jamás lo había hecho en mi vida.

Corrí hasta donde mis pies descalzos me lo permitieron, escabulléndome entre las personas que llevaban decenas de bolsas entre sus manos, y logré huir.

Llegué feliz hasta mi hogar, donde Mike ya había encendido una fogata, y vi como me miraba molesto.

Me disculpé por haber llegado tarde, por haberlo preocupado, y él sólo se limitó a suspirar, diciéndome que entrara, porque me enfermaría.

Me sorprendí al hacerlo, y encontrar que había una especie de árbol de navidad, bastante viejo y con pocas ramas, y un par de adornos.

Pero lo que más llamó mi atención, fue que habían dos obsequios allí.

Los tomé, y salí para preguntarle a mi hermano que eran, quien los había dejado.

Él me miró, y sonrió, mientras mezclaba en aquel viejo tacho de metal, la sopa que estaba preparando para ambos.

"—Santa vino mientras no estabas, dijo que fuiste un buen niño este año. Eso es para ti." me dijo con una cálida sonrisa.

Sin esperar a que dijera más, entré a nuestro refugio, y abrí con gran emoción aquellos dos obsequios.

Mis ojos se llenaron de lágrimas al ver que eran un par de calcetines nuevos, y zapatos.

Los zapatos eran quizás tres talles más grandes, pero no importaba. Más tiempo podría usarlos así.

Tomé los calcetines, y cubrí mis rojos y helados pies, los cuales ya estaban entumecidos por el frío, y luego me coloqué los zapatos.

Y cuando estaba por salir a darle las gracias a mi hermano, porque sabía que había sido él, recordé que aún no me había fijado que había en la bolsa de aquel niño.

La tomé entre mis manos, y al abrirla, encontré un auto de juguete, y una bufanda con anchas franja rojas y verdes.

Mike ya tenía doce años, no jugaba con autos, pero la bufanda si sería un buen regalo para él.

La doblé, lo más prolijo que pude, y la envolví con el mismo papel de colores que él había envuelto mis obsequios.

—Mike, creo que Santa también dejó algo para ti.

Mi hermano se giró al escuchar aquello, y me observó sorprendido.

—¿Qué?

—Mira, este es para ti —le sonrié entregándoselo.

Aquella, fue la primera navidad en que ambos obteníamos regalos. Y quizás mi mamá no estaría tan orgullosa de nosotros, de tener dos niños ladrones como hijos.

Pero nosotros sólo éramos el residuo de una sociedad ausente, intentando día a día, sobrevivir a la mierda que nos rodeaba. A la crueldad de vivir en la indigencia, desprotegidos e ignorados por todos.

...

Me han pedido que narrara desde la perspectiva de Judas, y serán dos o tres partes cortitas así.

Creo que de este modo, lo entenderán un poco mejor. ❤💕

JudasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora