Lo que un simple helado puede provocar

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Tony lo miraba fija e intensamente, pero, su movimiento era tan hipnótico, que era imposible apartar la mirada de él. Sí, se llevaban pésimo, pero, nadie podía negar que lo que se encontraba haciendo, llamaría la atención de cualquier mortal y causaría estragos en el sistema de más de uno.

Esa lengua rosadita se deslizaba con sensualidad y burla, revolviendo y revolucionándole los pensamientos a quien tuviese la oportunidad de verle. Subía y bajaba, lamía y chupaba toda la longitud, y cuando la sacaba, el sonido tan obsceno que se escuchaba se repetía como un eco en su cabeza, haciendo que su miembro se endureciera mas y, que el calor y el deseo amenazaran con quemarle por dentro.

Y para colocarle la cereza al pastel, estaba su rostro de niño bueno todo sonrojado y perlado de sudor, su mano que aceleraba el infernal movimiento y sus brillosos ojos azules, que se entrecerraban con disfrute en ocasiones, causando que sus largas pestañas acariciaran delicadamente sus pómulos, haciendo irreal aquella escena sacada de un sueño húmedo.

La respiración de Tony se empezó a cortar cuando un líquido blanquecino empezó a empapar los labios y a escapar por una de las comisuras de los carnosos y atrayentes labios del contrario. Tuvo que tragar en seco, sentía que se hallaba en su límite. El rubio, redujo considerablemente la velocidad de sus movimientos, para luego chuparlo mientras lo deslizaba fuera de su boca. Una vez fuera, recorrió juguetonamente la punta con su lengua, para luego soltar una risa corta e inocente, antes de regresar a su tarea, risa que a Tony se le antojo como una provocación y algo sumamente erótico, que de inocente tenía poco.

-¡hey, Steve!-Saludo el arquero mientras se dirigía a la salida, tras completar el papeleo que tenía pendiente. -veo que comes helado, hace bastante calor aquí- comento jovial.

-si, salí a correr, pero hace demasiado calor allí afuera, por lo que aproveche para comer un poco de helado, un poco no hace daño y es perfecto para este calor- dijo con su habitual tono cordial y amable de siempre.

-concuerdo. Eso es todo, tengo que dejarlos, nos vemos en la tarde- se despidió el cobrizo, extrañando al rubio por despedirse en plural, pero fue ahí que notó la presencia del castaño.

-¡Stark!- exclamó sobresaltado, a causa de la impresión que le había generado la silenciosa presencia del contrario, quien no le había quitado la vista de encima en ningún momento. -se que has dicho que no te gusta que comamos en la sala porque ensuciamos tus muebles, pero te prometo que no voy a manchar nada- se apuro a explicar rápidamente, esperando un sermón del castaño.

-no te preocupes, creo que esta vez es absolutamente necesario mancharlos, pero dudo mucho que sea de helado... Los mancharemos con otras sustancias...- expreso lascivo, mientras se acercaba como un depredador acechando a su presa.

-¿de que hablas? ¿Y a que te refieres con mancharemos con otra cosa?- preguntó confuso por lo dicho por el castaño, completamente inocente de los pensamientos torcidos de aquel tentador y seductor hombre, quien tenía planes que involucraban al rubio, a sí mismo y a su amplia, cómoda y resistente cama, y otras superficies.

-que debes hacerte responsable de lo que provocas y que es pésima idea que comas helado de esa forma- le dijo, mientras le tomaba de la mano y lo empezaba a conducir por el pasillo, rumbo a su habitacion.

-¿y que se supone que fue lo que cause?- preguntó confuso, mientras observaba el camino que estaban tomando y tragando saliva al hacerse una pequeña idea de lo que pasaría.

-pronto lo sabrás, Rogers. Pero una cosa si te digo, y es que pasara algo de tiempo para que vuelvas a caminar con normalidad...- avisó con un tono juguetón y lascivo, mientras abría la puerta de su habitación.

-¿¡¡QUE!!?- fue lo último que se pudo escuchar del rubio, antes de que la puerta se cerrará.

****

A la mañana siguiente, tal y como había predicho el ingeniero, al rubio le costaba algo de trabajo, y ni que decir de sentarse, anexo a eso, tenía pequeñas coloraciones rojizas en su cuello.

Ese mismo día, Tony se levantó temprano, dichoso y radiante, sin aquella cara de molestia y molestia que cargaba semanas atrás.

-¡Cap, que bueno verte!- exclamó Barton, mientras ingresaba a la cocina y le daba una amistosa palmada en la espalda. -fui al supermercado y compre helados ¿Deseas uno después de que termines de correr?- preguntó ignorando la misteriosa aura que se cernía sobre la cocina.

El castaño, sumamente interesado, le miró con una sonrisa maliciosa y el rubio solo atino a pesar saliva.

-creo que así estoy perfectamente, gracias por el ofrecimiento, Clint- respondió rápidamente, levantándose con cuidado de la silla y saliendo lo más rápido que pudo de la cocina, llamando la atención del arquero por su extraño caminar.

-¿Sabes porque el cap camina y actúa tan extraño?- preguntó al castaño, quien solo atino a llevar un poco lo con café a sus labios y sonreír misteriosamente detrás de este.

-¿Quien sabe?- murmuró con misterio y socarroneria en su voz, recordando aquello que había pasado en su habitación el día anterior, y de lo que solo él, Steve, su cama y la habitación eran testigos... Jarvis también, por supuesto.

El castaño se levantó de su asiento y abandono la cocina, y el arquero solo se dijo que ese par está más raro que de costumbre. Decidió ignorarlo por su paz y bienestar mental, y optó por pedirle a Jarvis que ordenará su desayuno.

******

-cariño, rechazar el helado o huir, no va a salvarte- le murmuró Tony, mientras acariciaba descaradamente su trasero.

-¿en que me metí?- preguntó el rubio, sorprendido y un poco intimidado por el gran apetito sexual del castaño.

-ves que es más rico hacer el amor y no la guerra, así es mucho más entretenido- le murmuró con diversión, mientras sonreía con picardía, y le palmeaba el trasero. -no haber despertado a la bestia, Stevie-

Mas StonyWhere stories live. Discover now