i sure won't find no peace

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Viernes 14 de septiembre, 2012.

Aquella noche, no existió luna que acaparara miradas, ni mucho menos estrellas que danzaran.

La gélida brisa que le obsequió el otoño, le caló hondo. Tanto, que su única compañía pasaron a ser unas insípidas botellas de whiskey.

Muchas de ellas, jamás bebidas.

Y algunas, a medio terminar.

Era verdad que estaba reaccionando impulsivamente, pero al demonio con eso. Necesitaba anestesiar su cabeza, su corazón, su todo.

Para las altas horas de la madrugada no existía un vaso que mediara las exageradas cantidades de alcohol que Anthony se metía al cuerpo. Pues si el propósito era sedarse, aquella pieza de vidrio no lo estaba haciendo. Al menos no con esas medidas tan mezquinas.

Anhelaba perderse, para volver encontrarse.

Las lágrimas que ardían sobre su piel eran ajenas a él.

Impropias.

Ni siquiera el llorar era suyo, porque incluso eso, Rogers se lo había arrebatado.

Harto de lidiar consigo mismo, se levanta a duras penas del suelo. Las piernas le fallan y cae abruptamente. Tony es capaz de sentir la ironía de su golpe. Porque si bien se dio de bruces, cayó de la forma más blanda del mundo. Las alfombras que tanto cuidaba su madre, lo había salvado de posiblemente romperse los dientes.

Es así que, abrazando y tocando tan terso tejido, se deja yacer en la comodidad del. Su mejilla se funde con las fibras de la moqueta y, aquel tierno tacto, le recuerda a las tersas manos de María.

Los párpados declinan a la brevedad. Anhelan descanso. O un estado que les permitan desconectar sus vistas de la realidad.

Anthony solloza aferrándose a la amplia alfombrilla.

Sus dedos escarban entre las níveas hebras, escarban con la intención de aferrarse a algo y, que ese algo, no se fuera como todo lo demás.

El caro whiskey se impregna en cada espacio en albo.

Lo roe.

Y así como el alcohol roe la fina alfombra, el desamor roe a Anthony.

La escena más dolorosa que puede existir en una película romántica pasó delante de esos dulces ojos miel. Porque es tan reciente todo, que aún puede oír la jovial risa de Rogers en gran parte del campus y la de sus compañeros de equipo. Jamás contó con que los rumores que tanto había oído se llevaran a cabo.

«La sobrina de Peggy gusta de Steve»

Oh dulce cobardía.

Oh dulce agonía.

Oh dulce ironía.

Termínenlo de consumir antes de que cometa otra locura.

Antes de que recuerde que Sharon Carter experimentó primero que él, los labios de Steve.

La madrugada lo castigaba ardiendo en su propio infierno. Pese a las bajas temperaturas que le regalaba aquella noche de viernes, Anthony sentía como su corazón se calcinaba a fuego lento.

No encontraría paz hasta que el rubio cruzara el portal de su cuarto y lo estrechara entre sus fuertes brazos, pero ante las bajas expectativas de que aquello se llevara a cabo, seguiría siendo el mismo desastre que era hasta ahora.

❛Querido Rogers❜ ✉ [Stony]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant