Capitulo 4.- Regreso, Casa, Ohana.

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De regreso a casa, nada había cambiado, fue como si nunca me hubiera ido. Antes del llegar a casa visite un viejo bar del centro, al llegar ahí estaba el tipo con el que pelee por Sofía, hace algún tiempo.

-¿Qué paso con tu golfa amiguito?, ¿Te dejo?, Comento arrogantemente antes de besar despotricada mente a la chica que tenía al lado. Al siguiente instante, solo recuerdo estar en un callejón siendo apaleado por él y otros 5 tipos más. El chico del piano llego e hizo frente a ellos. Al regresar, estaba muy confundido, ¿Como era posible que después de golpearlo aquel día para desahogarme, él me había protegido nuevamente?

No me había percatado que él tenía la mano vendada y le dije.

-No entiendo, a pesar de haberte golpeado, ¿por qué me sigues buscando?

Él se mantenía en silenció y empezó a llorar cuando cruzábamos un parque en el que un niño tímido conoció a una linda niña de pies grandes y tobillos pequeños.

-Yo la conocí después de que mi padre mato a mi madre, cuando más necesite de alguien ella me ayudo y me cuido. Yo prometí nunca dejarla sola y se fue. No entendí que ella me necesitaba, que ella quería irse con su papá.

El solo me miraba contemplando el amanecer sentado en un columpio a mi lado, solo escuchaba, yo continué.-Ella era todo para mí, y mis abuelos, ellos han hecho tanto por mí yo les pago de esta manera, soy un bastardo.-

Mis palabras solo desbordaron un poco de mi dolor, yo necesitaba algo más, algo que desprendiera de mi corazón todo ese dolor y odio que sentía conmigo mismo. Al llegar a casa de mis abuelo, entramos por el taller del abuelo hasta el garaje, ahí me tumbe en el suelo, ya no quería saber nada, solo quería dormir.

Me levanto del piso y me sentó en cerca de unos botes de pintura, ahí donde estaban el piano y la batería, él me miro con severidad, se sentó en el piano y comenzó...

Tuvo que reiniciar en tres ocasiones la melodía, yo la conocía era mi favorita y la de Sofía. Me incorpore, veía el reflejo de la luna, mi amigo tocando mientras yo seguía en el suelo sentado como un niño pequeño, esperando mi turno para seguir con la melodía. Cerca de la entrada se escucho un violín, era la pequeña Belén con su pijama morada tocando un fino y hermoso acompañamiento del chico del piano. Desde un rincón del garaje, un par de guitarras: Gato y Ángel dándose la espalda sentados en unos botes de pintura con sus pijamas blancas. En ese momento lo vi todo tan claramente, vi a Sofía preocupada por mis cambios y por mi manera de odiarme a mí mismo, también recordé todos los años de juegos y canciones, la tarde cerca del cementerio y los amaneceres juntos donde yo comencé mi vida de nuevo. Recordé que además del dolor que compartíamos, el cantar era nuestra pasión, lo que nos liberaba y unía en este mundo lleno de lágrimas y dolor, pero también de amor.

En el fondo, Laura tomo sus baquetas y comenzó a tocar, con la luna como testigo tocamos juntos de nuevo, todos con el corazón herido, pero cada uno con la certeza que era el momento de olvidar y continuar, momento de dar el siguiente paso y comenzar de nuevo. Ángel en especial tocó como siempre intrépido y arrogante pero muy increíble, sacando el llanto de esa guitara, como si su alma se desprendiera en pequeños trozos de dolor y brotarán en el sonido, todos lo hacían desde el fondo de sí mismos y lo daban todo. Este era mi deber, el cumplir el mismo sueño que ella tenía. Tocar con el corazón, llegar lejos y ser feliz.

Al terminar, detrás de la puerta cerrada del garaje se escucharon aplausos y algunas voces, los padres de Belén, los de Gato y Ángel y los padres de Laura también. Mis abuelos, la madre y la hermana del chico del piano. Ahora es tiempo de comenzar, todavía nos falta mucho por andar. Todos sonrieron y Laura contesto con su típico ¡Yahoo!

EL chico del pianoWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu