─ ¿Amor puede ser después?

Bufé.

─Emma, despierta cielo.

Ya había pasado su hora de almuerzo.

─No, cuando despierta solo quiere estar contigo, Meg.

─Soy la madre, ¿Qué esperabas?─ musité viendo como mi nena abría sus lindos ojos verdes.

Tan iguales a los de Zac. Su genio era idéntico al de su padre, juntos podían sacarme de mis casillas en solo minutos. Son igual de caprichosos.

─Es la nena más hermosa del mundo. No puedo creer que yo haya hecho algo tan bello.

No perdía la oportunidad de elogiarse jamás.

─Yo ayudé mucho─ bromee.

Desde el nacimiento de Emma, Zac y yo estábamos más unidos que nunca. Él había acabado con cada duda que tenía, me contó todo lo que necesitaba saber acerca de todo. Lo amo y no quiero que eso cambie nunca.

Nunca antes había experimentado tantas emociones juntas como ahora, cada mañana que despierto y lo veo dormido con nuestra pequeña princesa en su pecho, mis sentimientos se alborotan, todos fluyen y me siento la mujer más bendecida del mundo.

─Podemos bajar a preparar el desayuno, mis padres vendrán a ver a mi princesa hoy─ susurró cuando vio los ojitos de Emma abrirse.

─Me parece bien, cielo─ musité tendiendo mis brazos hacia ella.

Casi como en automático mi nenita se zafó de los brazos de su padre para gatear hasta los míos.

─Traidoras─ susurró él.

─Solo tiene hambre, cuando termine de comer y vea que papá consentidor le dará postre se irá contigo.

Él sonrió negando.

─Es obvio que soy su favorito.

Se puso de pie y caminó hasta la puerta del baño. Como todas las mañanas tomaría una ducha y después bajaría a encontrarnos listo para tomar el desayuno, juntos.

Caminé con Emma en mis brazos hasta el armario y elegí con detenimiento la ropa, mi abdomen no era del todo plano después de haber dado a luz lo cual significaba que no podía usar ropa completamente ajustada como lo hacía antes. Decidí usar una licra negra larga y un vestido algo holgado con un largo sobre la rodilla.

Al bajar pude notar como los miembros de seguridad dentro de casa habían disminuido a cero, esto después de que Christopher muriera hace apenas unos meses, fue trágico que solo entonces pude conocer a mi hermana, una mujer que no era nada parecida a papá en actitud, pero en físico... sus rasgos, en realidad los rasgos de ambas son puro Christopher, ninguna había sacado nada de nuestras madres rubiales.

Nuestro encuentro no fue nada más allá de una mirada y una sonrisa que dejaba claro cuan aliviadas estábamos con la muerte de Christopher.

Ella era quien tenía el corazón de Victoria Sherwood, pero era bástate irónico que me sainetera culpable por ello, pues de haber sido otra la situación que viví en el pasado con papá, sería mi corazón el que habría salvado la vida de la original Megan Berry.

Suspiro para alejar todos los pensamientos del pasado, no tiene caso que viva con ellos ahora, son solo cosas que debo dejar pasar.

Camino hasta la cocina y dejo a Emma en su sillita especial. Después busco algo para hacer algún desayuno que sea bueno y nada perezoso ante los ojos de los padres de Zac.

Casi dos horas después ya sentada en el sofá del jardín con Lucía observamos a los "hombres" jugar con Emma.

─No me creo que Jason esté sentado en pleno jardín con su pantalón favorito─ susurró Lucía.

Sonreí.

─No me creo que tomen ese ridículo tono agudo para hablar con Emma─ agregó con gracia.

─Como si tuviesen un juguete nuevo.

Ella apenas si soltó una carcajada audible, tan refinada que me sorprendía que nos llevásemos bien.

─Cariño─ susurró después de unos minutos─, no había tenido la oportunidad de charlar contigo antes sobre esto, es que no encontraba el momento o el lugar indicado, ni siquiera encuentro las palabras.

Coloco una de sus bien estilizadas manos sobre la mía. Era extraño como una mujer que lo tenía todo jamás hiciera alarde de eso. Ella poseía todo lo que cualquier persona en el mundo puede desear y sin embargo no quería más. Estaba feliz con su vida, tenía amor y una familia.

Divagué de repente en que mi vida será similar de ahora en adelante, ella tuvo una perdida y yo también, pero ahí estábamos, reponiéndonos y haciendo frente a todo.

─Estoy aquí para ti, no importa la hora ni el lugar, si te sientes sola alguna vez no dudes en buscarme─ susurró con voz aguda.

No podía largarse a llorar frente a mí o lloraría con ella.

─Soy tu amiga y tu confidente. Nunca lo olvides, ¿de acuerdo?

Asentí.

Esa tarde, solo en compañía de amigos de la familia, festejamos el cumpleaños número uno de mi preciosa Emma Sherwood.

Mamá tenía razón, cuando encuentras algo que le da sentido a tu vida lo demás no importa. Todo a tu alrededor, sin importar cuan malo sea, jamás es más grande que tu prioridad.

La entiendo ahora, cada uno de sus sacrificios, todas esas veces que sufrió por mí. Es algo involuntariamente hermoso, algo del corazón. Es amor.

Soy feliz con los amores de mi vida.

Quizá al inicio de nuestra vida, juntos, creí que estaba casada con alguien sin corazón, con alguien incapaz de amar. Con alguien despiadado. Lo sé perfectamente, mi vida ha estado llena de gente despiadada, así es el ambiente en mi mundo, pero hoy sin duda puedo decir que si mi esposo es capaz de ser igual que ellos, entonces es mi despiadado favorito.

*******

Ya sé, ya sé... les encantó la novela de inicio a fin. Y me aman.

Espero que esta última parte de despiadado les haya gustado, quizá lo que pasó al final les sorprendió, pero es algo que tenía contemplado desde el principio de la novela y que, a pesar de que muchas cosas cambiaron en el transcurso de la creación de la misma, no me dispuse a cambiar.

Para los que están conmigo desde el principio sin importar cuan confundidos los tenía, dejé a continuación una serie de curiosidades sobre la novela, donde podrán ver aspectos que surgieron en mi cabeza y que solo llegaron a ser simples borradores.

No olviden votar y comentar. Las quiere su deliciosa reina bruja.

-Mel.

Despiadado ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora