Capítulo 20.

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"Insólito."

Las estilistas se movían de un lado a otro, sólo había un hombre en la sala y me atrevo a decir que es más afeminado que todas las mujeres que estábamos aquí.

─ ¿Félix, este tono te gusta?

Félix era tan... diferente. Nada de lo que le mostraban le gustaba. De una manera amable le diría que si no lo gusta él mismo lo haga, pero su rostro de preocupación me lo impide.

─Niñas─ habló con ese característico tono suyo─. No sirven para nada.

Salió de la habitación y las chicas a mi lado suspiraron. Francamente no sabía si eso era buena señal.

─Que pesado─ musité en un momento de descuido.

─Siempre lo ha sido, es un hombre perfeccionista.

Perfección. Era imposible logar eso que sonaba tan sencillo y atractivo.

─A ver ya regresé.

Sonreí emitiendo un sonido extraño.

─Fuera todas, menos la pequeña Sherwood─ me observó─. Obvio.

En sus manos tenía un estuche pequeño que contenía brochas y unos pequeños atomizadores con líquidos de colores.

─Tranquilo, Félix, todo saldrá bien y estoy segura que lo harás de maravilla.

Divagué hasta el momento en que mi madre me decía eso cada que participaba en obras escolares. Era una niña de solo diez años y a esa edad me parecía muy malo actuar frente a cien o doscientas personas.

─Gracias, pero para saber si será perfecto debemos poner manos a la obra─ sonrió─. Hay que sorprender a tu esposo.

Nunca había estado tanto tiempo sentada sólo para ser maquillada y peinada. Aunque después de esto no esperaba que volviera a pasar, al menos no con Félix, él no hablaba más que para darme órdenes y casi gritarme porque parpadeaba cuando no debía. Todo eso solo para el resultado que era lindo, sencillo y natural.

─Agradezco que tu vestido sea tan hermoso y sencillo─ habló mientras alaciaba el vestido con su enorme y cuidada mano─. Y ese escote está de infarto, nena.

Si, era sencillo y liso. No tenía nada encima, Claudia dijo que era mejor que yo luciera el vestido y no que el vestido me luciera a mí. Era otra forma de decir que evitara pasar penas por mis gustos infantiles.

─Necesito que cubras algo más.

─Cariño, no hay nada más que cubrir.

Negué y corrí a ponerme el vestido. Quizá cuando vea la cicatriz cambie de parecer con respecto a nada más que cubrir.

─Eres un mago, Félix.

No había cicatriz, no había marca, ni siquiera se veía rastro de la base y cremas que utilizó para cubrirla.

─Sólo hago lo que puedo.

Ya estaba contento, sólo quería ver el resultado de su "obra de arte" y listo, Félix contento.

(...)

─Te vez hermosa, Megan.

Mis mejillas se encendieron y él sonrió con burla. Estaba segura que se burlaba de lo ingenua que era al seguir creyendo sus elogios falsos.

─Gracias.

Pero ¿qué clase de mujer sería si no me sonrojara al recibir halagos de un hombre como él? Mi esposo era algo difícil de sobrellevar, claro que lo era, un magnate que además era muy guapo, cualquiera con esas "cualidades" lo sería.

Despiadado ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora