Capítulo 40.

28.7K 2K 352
                                    

"Culpa mía."

Me daba tanta gracia observar los gestos y pucheros que hacía cuando recargaba su cuerpo en el respaldo de la cama. Parecía un niño berrinchudo.

─Ya estoy harto de esto.

─Mi amor, debes seguir descansando─ repetí por quinta vez.

─Ya no quiero─ cerró los ojos y fingió que lloraría.

Oh, era tan adorable que me costaba no echarme encima del él y mimarlo.

─ ¿Quieres comer algo?

Sonrió con demasiada picardía.

─A ti.

─Sucio─ susurré con cariño.

─Así me amas─ musitó como un pequeño niñito.

─Bebé, ¿podías escuchar algo cuando estabas dormido?

─No soy una bebé─ negó con el ceño fruncido─. Soy un niño grande─ se encogió de hombros.

De mí no salió nada más que una estruendosa carcajada.

Desde el día que despertó no había hecho más que ser un encanto. Bromeaba, jugaba, era tan lindo que me resultaba difícil de creer tanto encanto. Era demasiado buena para ser verdad.

─Lo único que escuché fue a mi primo peleando con el doctor.

Genial.

─Quizá pude escuchar más, pero el doctor dijo que cuando la gente entra en coma no recuerda el ochenta por ciento de lo que escucha.

Sonreí.

─Hablando de primos─ bromee─. Me sorprende que Robert no esté molestando.

Hacia más o menos unas tres horas que no se aparecía para preguntarle a Zac si necesitaba algo.

─Está abajo con Monroe.

Fruncí el ceño.

─ ¿Qué hace con mi Monroe?

Su sonrisa me cautivó por completo. Era tan hermoso.

─Oye, no es tu Monroe─ acentuó de manera extraña el nombre del hombre─. Si a esas vamos es mío, porque es mi chofer.

Asentí.

─Me quedo con Cata entonces.

Puso una mano en su mentón y me observó fijamente.

─De acuerdo.

─Amor─ susurré bastante nostálgica.

─ ¿Qué pasa?

Suspiré.

─No tienes idea de lo mal que me sentí al verte en esa cama sin poder moverte.

Me observó directamente a los ojos. Amaba ese verde tan brillante.

─Estoy en esta ahora─ sonrió─, y puedo moverme muy bien. De hecho, puedo moverme todo lo que quieras.

─ ¡Zachary!

Era tan sinvergüenza. Cuando me ponía seria él no podía hacerlo.

El sonido de la molesta puerta interrumpió nuestra extraña y adorable platica.

─Primo.

Robert entró con una mueca en el rostro que no me agradó para nada.

─La señorita Katherine te busca.

Despiadado ©Where stories live. Discover now