La Primera de Muchas...

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Hermione había estado estudiando durante la tarde en la biblioteca del colegio, pero no lo hizo con agrado, pues la mirada inquisidora del profesor V.C estuvo en su espalda todo el tiempo. El hombre fumador y de aspecto misterioso se hallaba detrás de ella revisando unos pergaminos pero sabía que la estaba escudriñando... auscultado cada movimiento de ella. ¿Leería la mente? Tal vez utilizaba una técnica en donde la persona no se diera cuenta de que estaba siendo analizada. De seguro aguardaba a que ella le dijera algo en relación a los libros que él le había dado para leer, pero a decir verdad, lo que menos había hecho era buscar respuestas, porque no había vuelto a tener esa sensación extraña, escuchar voces o soñar con ese nombre, Annie...

Pero ahora se había arreglado para una cena especial, por lo mismo se miraba al espejo de cuerpo entero de su habitación y se sentía satisfecha con lo que veía: llevaba un vestido delgado negro, con unos cuantos centímetros por sobre la rodilla, era entallado a su cintura y con bondadoso un escote pero distinguido. Draco dijo que irían a cenar y que se escabullirían por el orificio del cielo del colegio en la escoba de él. Así que, para cuidar el perfecto alisado que llevaba esa noche, tuvo que poner un hechizo a su peinado pues no quería terminar con el cabello como algodón de dulce una vez que bajara de la escoba.

—¡Qué bella!

Draco acababa de ingresar por la ventana, sin que ella se percatara de su presencia, sorprendiéndola gratamente, mientras la rodeaba por la espalda, cruzando sus manos en el ombligo de ella.

—Me asustaste.

—Esa era la idea —dijo él depositando un suave beso en el cuello de ella—. Andando.

—¡Te gusta dar órdenes!

—A mí me gusta que mis mujeres sean dóciles y sumisas —Hermione lo miró sonriendo, sabiendo que él bromeaba.

—¿Yo soy una de tus mujeres? —él la miró por unos segundos, luego hizo un movimiento de cabeza como analizando la respuesta.

—Sí, por el momento.

Ella asintió. Al final de todo, esa era la respuesta correcta, no esperaba más... ¡idiota! ¡Claro que esperaba más! Pero no se lo diría. No, debía ser fuerte hasta donde llegara. Sabía que Draco no se enamoraría de ella. Y, sin embargo, aquello que estaba ocurriendo entre ambos era divino y adictivo, lo que ella siempre esperó de una relación: complicidad y deseo... Draco se lo daba y sabía que si ella lograba jugar las cartas como él esperaba, no saldría dañada.

—¿A dónde iremos? Hablaste de una cena, ¿en dónde?

—Mmm tengo planes... pero eso implica no llegar esta noche a Hogwarts, ¿qué dices?

Hermione sintió que el estómago se le había hecho nudo y que el corazón se había detenido. Lo miró a los ojos y vio algo de lascividad en ellos, pero también mucha franqueza. Lo conocía o al menos lo que había visto en él, era solo verdad. Él no se andaba por las ramas... Incluso en su primer beso, sintió que adrede la había rozado con suavidad haciendo palpitar partes tan íntimas que lograron aflorar su humedad femenina, naciendo en ella sueños nocturnos que no estaba dispuesta a confesarlos nunca a nadie.

—¿A qué lugar iremos? —preguntó ella.

—Por ahí...

—No me gustan las sorpresas.

—¡Granger, no te voy a raptar! Vamos a un hotel... ¡Ya, te lo dije! ¡El gusto de quitarle la magia a todo!

Hermione lo miró sonriente y puso sus manos en la cara de él, acariciándolo.

OTRA OPORTUNIDAD PARA AMARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora