Déjà Vu

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El intrigante profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, vestido, no como cualquier mago, sino que acostumbraba a llevar un traje negro, camisa blanca y una corbata desordenada con el último botón sin abrochar, escribía un par de garabatos en el pizarrón, sin usar magia. Solía utilizar tiza común, que le manchaba los dedos y los resecaba. Muchos decían que lo hacía para eliminar las marcas de los cigarrillos, cubriendo el color verdoso de la piel debido a la nicotina. Pero al final de cuentas todo era especulación. A ciencia cierta, nadie sabía si todo lo que el «correo de las brujas» era real... o simplemente se trataba de rumores mal intencionados.

—Bien alumnos, imagino que han analizado la forma de estudio que tendremos este semestre. Como les dije durante la clase de introducción hace unos días, desde hoy comenzarán a trabajar en duplas y eso es para que sientan lo que es el trabajo en equipo, ese que explorarán cuando salgan de estos muros. Así que por favor, tienen sesenta segundos desde ahora, para reunirse con su pareja respectiva.

Draco acostumbraba a sentarse junto a Blaise o Theo, quienes se encontraban desde el inicio de la clase con sus respectivas duplas: Theo con Luna Lovegood y Blaise junto a Ginny Weasley, las que a pesar de ser menores que ellos, habían logrado aprobar los ramos necesarios para poder estar allí, mal que mal, habían asistido a más clases que ellos durante la guerra.

Miró hacia el asiento que Granger utilizaba junto a Longbottom pero ella yo no estaba allí, solo sintió el suave aroma a jazmín, cuando ella se sentó a su lado. Notó que puso sus libros y dio un suspiro, el que asoció a rendición. La miró, pero ella no a él. Simplemente sus ojos estaban dirigidos hacia el profesor que se hallaba tamborileando los dedos sobre el escritorio, como realizando una cuenta regresiva.

Draco odiaba que lo ignoraran, le gustaba que la gente lo considerara (para bien o para mal) y mucho más detestaba que no le hablaran. Pero algo tenía ella que lograba cohibirlo. Por primera vez en su vida la miraba sereno... tenía unas pequeñas pecas en la nariz, su perfil era perfecto, labios pequeños, cabello castaño y mucho mejor cuidado de lo que él recordaba... solo fue un par de segundos, cuando su instinto hizo que su vista descendiera unos cuantos centímetros, cuando ella lo miró de imprevisto.

—¿Terminaste ya de realizar el scanner?

—¿El qué? —preguntó en forma sincera, pero lo fuera eso, no tenía mucha pinta de ser agradable. Era evidente que Granger lo había sorprendido más de la cuenta. Ella solo negó con la cabeza y comenzó a buscar la página del libro para ver qué les correspondía como primer tarea—. Te hice una pregunta —volvió a preguntar advirtiendo que ella no pensaba responder.

—Te vi observándome —agregó mirándolo de soslayo para luego fijar nuevamente su vista en un pergamino que tenía sobre el pupitre.

—No eres tan importante como para observarte —fue lo único que se le ocurrió responder, aunque para nada lo sentía. Es más, algo en su interior se había activado y lo único que deseaba era que ella girara su rostro para poder observarla de frente, como en el sueño, en donde sus alientos se cruzaban en medio de una gran confusión... entre llantos y gritos de muchos... y solo un nombre retumbaba en su cabeza.

—Para ti no... eso es obvio.

Draco iba a responder pero no sabía qué, en medio de sus pensamientos había olvidado a qué obedecía esa respuesta. Meneó la cabeza y bufó. Algo no estaba bien. Él no era así y sus defensas estaban minando. Esa chica algo tenía o tal vez, algo le faltaba a él... No recordaba que Granger fuera así, tan distante, es más, podría decir que evitaba mirarlo a los ojos. Notó que un par de veces la pluma se le resbaló de las manos, ¿por qué se ponía nervioso?

—Bien, ahora que ya están con su respectivo compañero, analizaremos qué son las Perlas de Defensa... ubiquen la página 450 de su libro.

Todos comenzaron a hojear el libro y Hermione pegó su vista en la palabra «perla» y al parecer Draco también, porque ambos quedaron silentes.

Hermione sintió que su corazón se detenía, un nombre, una persona... un apellido... pero fue Draco quien habló.

—«Bodas de perla».

—¿Qué?

Hermione lo miró sorprendida y Draco sintió que eso ya lo habían vivido antes... esas palabras...

—No es nada... —mintió.

—Las perlas de defensa son escudos que ustedes pueden realizar con sus propias varitas... Utilizando el conjuro correcto, estas se transformas en una especie de bombas...

Mientras Constantine hablaba, Hermione se limitó solo a tomar a apuntes, en tanto Draco no sabía a qué había asociado esa palabra y ni de dónde había sacado eso de las «bodas de perla». Ninguno de los dos dijo nada durante el resto la clase. No obstante, antes de terminar habían quedado de juntarse, al término de la jornada, en la biblioteca para investigar sobre los posibles efectos que causaban tanto en la persona que invocaba las perlas, como en quien las recibía.

Hermione hubiese querido ir sola a la biblioteca e investigar por su cuenta, pero no sobre esos efectos que indicó V.C, sino que para tratar de dilucidar qué fue esa especie de trance en la que se vio al momento en que él las mencionó. Antes de salir del salón miró de soslayo a Draco quien la había quedado mirando un par de segundos luego bajó la vista. Ella habría jurado que le quería decir algo, tal vez ella había sido muy evidente. Estaba nerviosa, lo reconocía... o quizá él, con sus artes oscuras, había logrado ver su mente, pero eso se debía notar, ¿no? Es decir, ella debía advertir algo raro cuando un extraño quisiera entrar en su mente.

Dio un respiro y guardó el último pergamino en el bolso e intentó avanzar, pero sintió que una mano fuerte tomó su brazo. Era Draco que había osado tocarla. Ella lo miró sin entender pero no hizo ningún esfuerzo por zafarse, más bien, ese gesto le había acelerado el pulso y sintió que su cuerpo temblaba. Él no debía darse cuenta.

—¿A qué hora dijiste que nos reuniríamos en la biblioteca? —preguntó Draco sintiendo que su mano le temblaba con ese simple gesto. Había tocado a cientos de chicas, pero era la primera vez que se definía como «principiante» con ella.

—No dije hora, solo después de clases... las mías terminan las cuatro.

—Está bien. Estaré esperándote desde antes. Yo termino a tres y media.

Ella asintió y él solo tragó en seco, girando sobre sus pies para luego salir hacia el pasillo. Hermione se había quedado mirándolo, sin darse cuenta de que un par de compañeros estaban pendientes de la situación. Theo meneó negativamente la cabeza al ver tan extraña situación y Ginny quedó pensativa, desde la noche anterior que su amiga había actuado extraño. ¡Debía estar más atenta para la próxima! Hermione había hablado dormida, tal vez si ese sueño se repitiera, le daría más pistas... aunque entendía que eso podría ser fortuito, casi imposible de repetirse. Se acercó a ella y le sonrió, pero al hacerlo notó que Hermione estaba aún mirando la puerta.

—Oye, ¿qué ocurre?

—Eh... No, nada. Andando, tengo hambre.

El salón había quedado en silencio cuando John cruzó sus manos sobre el escritorio, en tanto un borrador hacía su trabajo en el pizarrón. Miró hacia un punto del salón, haciendo una reprobatoria mueca y decidió hablar. Hacía rato que esa presencia lo estaba importunando y solo esperaba que terminara pronto la clase para saber qué ocurría.

—Señor Potter, debo suponer que quien se encuentra en la Academia de Aurores, no es usted, ¿no?

Harry, que había merodeado todo el rato desde el día anterior cuando había decido investigar porqué Hermione y Draco habían tenido una relación, dio un suspiro de resignación y deshizo el encantamiento que se había aplicado él mismo.

V.C se puso de pie y caminó hasta donde Harry. Metió las manos en sus bolsillos, dejando deliberadamente su varita a la vista en uno de ellos. Harry lo miró tranquilo, sin desafiar. Al fin y al cabo había sido descubierto.

—Un Harry Potter de unos treinta... treinta y dos años —Harry asintió—. Auror, ¿no? —nuevamente asintió—. ¿Husmeando mi clase? Pues no creo que ese sea tu fin. Si eres del futuro, imagino que algo quieres cambiar.

—Soy del futuro, pero no en esta dimensión —confesó.

V.C dio un fuerte respiro y lo miró sereno.

—¿Quiere hablar? Tengo tiempo —Harry asintió. 


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