La Decoradora.

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-¡Oh si!

Cosas por hacer el día de hoy:

1. Ir a Home Depot por las baldosas de la señora Rodríguez.

2. Preparar las muestras para la reunión de hoy.

3. Ir a casa de mis padres para la cena semanal... que asco.

4...

-¿ Te gusta nena?

- Oh, sí, no pares...

Ah, sí, ¿dónde estaba?

4. Ir por esa blusa que vi en Liverpool

5. Pagar la renta. ¡Mierda! adiós blusa de Liverpool.

- Nena... dios, ya casi estoy...

¿Que? mierda.

- Ya estoy... más fuerte.

Y lo hace, me empotra todo su peso en el pecho, mientras se viene. Si, estaba teniendo sexo con Carlos mientras hacia un inventario mental de mis actividades. Excitante, ¿no?

- Eso fue... increíble- dice Carlos recuperando el aliento después del sexo rápido. Muy rápido. Y sin previos.

- Sí... y que lo digas.

- Bueno, ahora a la ducha. A trabajar. - Se levanta de la cama y se dirige al baño dejandome ahí. Sola. Bueno, al menos ahora tengo tiempo para rehacer mis actividades.

Me levanto y vuelvo a ponerme mis bragas y la falda. Ajá, ni la blusa me quitó el muy...

-¡Rachel! ¡pasame una toalla!- Me grita desde el baño, lo que me molesta... mucho.

- ¡ya va!- contesto con desesperación

Después de una hora, ambos estamos listos para irnos a trabajar... de nuevo.

Esta era nuestra cita de todos los miércoles, la cual consiste en pasar por mi al trabajo a la hora del almuerzo, no almorzar, tener sexo... bueno Carlos tiene sexo, y después nos vamos cada quien por su lado hasta en la noche para asistir a la comida semanal de mis padres. ¡Yupi! (sí, es sarcasmo)

****

- ¡Raquel!- escucho desde dentro del baño para damas que mi jefe, Roberto; un tipo cuarentón, el cual quiere conmigo desde hace un tiempo, pero que no se le hace por que me cae mal, me grita para verme- ¿ Dónde se metió esa mujer? si la ven diganle que valla a mi oficina. Rápido.

Mierda. Eso no se oye bien. Estoy a cinco minutos de ser despedida, lo sé. La señora " Del prado" (qué clase de apellido es ese) no ha estado muy contenta con mi elección de contrastes en las paredes del exterior pero, ¡¡mierda!! ella es peor que adolescente, no sabe ni lo que quiere. Está bien, sí metí un poco mi gusto en ello, pero, ¡por dios! ella ni siquiera tiene idea de lo horrenda que se vería su casa. En todo caso, ¿para que contratar a un diseñador, si ella ya lo tenia planeado? En fin. Adiós trabajo.

- Roberto... me dijeron que querías verme.

- No quería, quiero verte- ¿Alguien más sintió el tono lascivo en la respuesta?

- Pues aquí estoy.

- No estamos muy contentos con tu trabajo, Raquel. -¡Carajo! directo al grano.- Pero tienes demasiado potencial. Creo que no te hemos puesto retos que dejen volar tu imaginación, es por eso que te vamos a poner a prueba. Te hemos quitado todas tus cuentas y solo te dejamos una. Si la cagas con esto, date por desempleada. Así que no solo debe ser bueno, si no perfecto.

Santamierda. Mierda santa. Puta mierda.

-Yo... bueno...- balbuceo sin poder creerlo. Tomemos lo así, una oportunidad.

- Es todo. En tu escritorio está la información del cliente. No jodas esto Raquel. Tengo fe en ti.

¡¡No!! bueno, gracias... (sí, sarcasmo otra vez)

- Gracias por la confianza Roberto, prometo no defraudarte.

- No hagas promesas que no sabes si vas a cumplir. Sal de aquí.

Okey. Concentrate Raquel. Sólo abre la carpeta. El jefe cree en ti. Y si la cagas te corre. No es gran cosa.

La pu... ¡¿ Tres millones de dólares para iniciar?! respira... auhmmm... auhmmm... quieren piedra para el exterior. Algo entre moderno y rústico español, pan comido. Suites enormes con el mismo tema. Ya que lo veo, no es la gran cosa. ¡¿Walker-Zanger?! Dios... importar el material. Eso va a ser todo un reto.

¿Quien demonios se hará cargo de mis antiguas cuentas? Todos están hasta el tope. Santa madre, mi reemplazo. Roberto sabe que esto es mucho y quiere que la cague para correrme, ¡Pues no le voy a dar el gusto a ese hijo de puta! Sabrá lo buena que puedo ser.

****

- ¡Rachel! ¡hija!

- Soy Raquel mamá. Rachel es en U.S.A. y hasta dónde sé, vivimos en México.

- Como sea. Me da gusto que vengan, ¿y Carlitos?

- Carlos- recalco el Carlos- llega en media hora.- Como siempre. Me choca. - ¿Ya llegó Oscar?

- Tu hermano llega más al rato, ven, tu hermana Fany ya llegó

A ver, te cuento: Fany y yo somos polos opuestos. Agua y aceite. Simplemente no nos aguantamos una a la otra. Ella es un año mayor que yo; y es perfecta, bueno, para mis padres lo es. Tiene 28 años, un matrimonio de tres años y un bebé de apenas dos meses. Su esposo es una especie de banquero o algo de finanzas, y ella tiene una pastelería. Lo que hace que su situación económica sea ideal. Son asquerosamente felices. Oh corazóncito, sí mielesita, dimecalabazita, teamogordito. Aggghhh. Es todo una pesadilla, y lo peor de todo es que Carlos quiere que nos digamos igual.

- ¡Pachónchis!- me grita mi hermana desde el comedor cuando atravieso el umbral de la sala.

- Fany.- contesto con menos simpatía y alegría- por favor deja de decirme así. Me alegro de verte, ¿cómo está el bodoque?

- oh, Sebastiano está bien...

STOP.

¿Ya se dieron cuenta? ¡Ni un maldito nombre de bebé normal le puso a su hijo¡ ¡¿Sebastiano?! ¡Oh, por favor!

- Ayer lo llevamos al pediatra y nos dijo que tiene todo bien y crece de maravilla, le hablamos en dos idiomas al mismo tiempo para que no tenga problemas en el futuro...

Y de ahí no la saqué por media hora. Escuché de vómito, pañales, leche y tetas horrendas. Definitivamente yo no tengo el instinto, ni las ganas. No aún.

- ¿Y tú? Rachel, te estás tardando y el reloj dice tic-tac...- dice mi madre viendo fijamente mi vientre. ¿Alguien dijo incómodo?

Carlos no llegó la cena. No es raro en él. Me he acostumbrado a que me deje a medias, siempre. En todo. Y cómo siempre, Oscar, siempre encuentra una forma de no aparecerse en casa de mis padres. Genial. Paso por el tormento yo sola.

Otro día genial en mi grandiosa vida de mujer independiente y hermosamente enamorada con una familia amorosa. Bienvenidos.

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