Capítulo VI: UN NÓMADA Y UNA PIEDRA

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Gilgas, quien avanzaba a lomo de bestia, no respondió. En la profundidad de su mente comenzó a medir las palabras de su respuesta. Nadie en la compañía tenía potestad sobre él; bien podía responder o callar; pero, lo mismo que el resto de la tropa, Gilgas sabía que muchos de los hombres que iban con él no volverían a su hogar. Por eso, después de algunos minutos de sepulcral mutismo, estimó que por un mínimo de respeto a la vida de aquellos hombres debía decirles a qué se enfrentaban. El corcel andó unos pasos más y tomando un hondo respiro, Gilgas habló:

- Las murallas de allá esconden a Saom -Su voz resonó grave y los hombres se agolparon para oírlo mejor- Saom, que fue y será por siempre la Primera, la Madre y Emperatriz de todas las ciudades... y un día será la última. Se cuenta que fueron las propios Dioses -Gilgas señaló el cielo con el índice descarnado- los que la crearon a su imagen y semejanza en un ciclo de tiempo anterior al nuestro. Así nació la primera morada de los hijos del Cielo.

Hasta ese momento nadie, excepto Bak'Ujim, había oído a Gilgas hablar por tanto tiempo:

- Pero es sabido que en la Tierra como en el Cielo nada perdura para siempre, y un día Saom, la Incorruptible, se corrompió, y los Padres del Cielo abandonaron este mundo después de castigarlo por sus pecados. Llovió fuego, cayó ceniza, el viento se hizo polvo, el grano sal y los mares se marchitaron... Nadie debió sobrevivir a la ira de nuestros Creadores, pero hubo algunos, los más fuertes, que sobrevivieron. Antiguas canciones tribales se refieren a esos supervivientes como los Primeros, los que le devolvieron la vida al mundo. Pero con el paso del tiempo y las centurias ellos fueron muriendo, dejando como único legado una descendencia que hoy gobierna el mundo.

Gilgas calló unos momentos como para recuperar el aliento; era un hombre bastante viejo y respirar ya le costaba bastante trabajo. Sorbió un poco de agua del odre atado a la montura del caballo y prosiguió:

- Todos venimos de los Primeros, algo de ellos está en nosotros y por eso su antiguo poder se ha disgregado en las innumerables generaciones que hoy pueblan el ancho mundo. Pero a veces uno de sus descendientes nace con el poder de los Primeros, convirtiéndose en un poderoso guerrero... y ustedes, oh poderosos Tormentas, son la prueba de lo que digo. Pero hay quienes nacen con más poder que que otros. Y ustedes orgullosas Tormentas saben de quien hablo - Gilgas miró de soslayo a los tres hermanos- Hablo del único hombre que pudo vencerlos ¡Nuestro amado y todopoderoso Bak'Ujim Emperador! De cuyo verdadero poder no sabe nadie.

- ¿Dices -Irrumpió Ye'Hema con voz torva- que el Señor Bak'Ujim heredó el poder de esos a quienes llamas Originales?

- Así lo he dicho, Tormenta.

- ¿Significa que nadie podría desafiar el poder de nuestro Señor y Emperador?

- Lamento decir que en el mundo habitan poderes capaces de desafiarlo.

- ¿Y quién es ése que podría desafiar el inmenso poder de Bak'Ujim? -Preguntó Odras.

Una especie de sombra veló el rostro de Gilgas quien quedó unos segundos en silencio:

- Que nunca se olvide que en el tejido incognoscible del Universo... existen anomalías; ciertos individuos que por razones que van más allá de todo entendimiento, se rehúsan a seguir el curso natural del Cosmos y viven cuando deben de morir. La sabiduría antigua cuenta que los Primeros murieron hace muchísimo tiempo, pero hay ciertos mitos que dicen otra cosa -Las Murallas grises se hacían más grandes paso a paso- mitos que nos cuentan que algunos de los Primeros que sobrevivieron a la ira de los Dioses... todavía viven, venciendo al tiempo y a la muerte aún caminan por el mundo y Yatiri es uno de ellos. No tengo que decir cuan poderoso ha de ser además de haber alcanzado la sabiduría total de los Celestiales gracias al Ojo de Mambiri.

EL REY LOCOWhere stories live. Discover now