Iba de camino al instituto. Llevaba la mochila colgada al hombro y la carpeta en la mano pero la cabeza en otro lado, con él. Ahora él se había ido y no podía hacer nada.
Llegó a clase y se sentó en su sitio. No hablaba. No quería hablar con nadie. Solo quería pensar. Pensar en él.
¿Por qué? ¿Por qué se tenia que haber ido a Estados Unidos? Ni siquiera le dio tiempo a decirle lo que sentía por el. No se atrevió. Se lo pensó demasiado y perdió su oportunidad.
¿Cuándo lo volvería a ver? Dijo que se pasaría todo el verano y el siguiente curso allí.
Era su culpa, todo eso le pasaba por haberse enamorado de él.
En todo eso pensaba Aurora mientras el profesor de matemáticas explicaba en la pizarra.
-Aurora, sal a la pizarra a hacer el problema que acabo de explicar.-le dijo el profesor sacándola de sus pensamientos.
-¿Qué…?
-Aurora,-la interrumpió él.-es la quinta vez en esta semana que te he pillado en mi clase pensando en otra cosa.
-Lo siento, no volverá a ocurrir.
-Eso espero, porque como te vuelva a ver en la luna en mi clase, llamo a tus padres.
En ese momento sonó la campana que anunciaba la hora del recreo.
Pasaron las horas del día lentas y cansadas hasta que llegó la hora de volver a casa. Recogió sus cosas y se fue tranquilamente. No tenía prisa.
Iba camino de su casa cuando se tropezó con algo (o mejor dicho, alguien) y la carpeta que llevaba en la mano se le calló y todos los papeles se esparcieron por el suelo.
-Perdón, es culpa mía.-logró formular ella recogiendo los papeles del suelo.
-No te preocupes, no pasa nada. Te ayudo.-dijo el extraño agachándose para ayudarla.
-No, no hace falta que me ayudes.-dijo Aurora terminando de recoger el último papel e incorporándose. Él también se levantó y, por un momento, sus miradas se cruzaron. Él tenía unos ojos verdes que harían que cualquier chica se derritiese con solo mirarlos. Aurora se ruborizó y apartó la mirada rápidamente.
-Me llamo Santi, ¿y tú?-dijo él.
-Yo me llamo Aurora.
-Pues encantado de conocerte, Aurora. ¿Quieres que te acompañe a casa?-él sonrió. Tenía una sonrisa preciosa.
-No, gracias. No te conozco.-dijo Aurora secamente. Intentaba parecer segura pero lo cierto es que le daba mucha vergüenza. Siempre había sido muy tímida.
Aurora se dio media vuelta y se fue.
-¡Espera!-dijo Santi siguiéndola.-Podríamos conocernos mejor.
Aurora se paró en seco y le miró. ‘’La verdad es que era muy guapo’’, pensó, pero pronto apartó esos pensamientos de su cabeza. ¡No le conocía!
-No.-fue lo único que le respondió. Y se fue corriendo a su casa para que no la pudiera seguir.
Al día siguiente, al salir del instituto, Aurora vio a Santi en la puerta de su instituto.
-¿Qué haces aquí?-le preguntó ella cuando llegó hasta donde estaba él.
-Esperarte, ¿no lo ves?-le contestó como si fuera obvio.
-¿Y por qué me esperas?
-¿Tú por qué crees? Cuando te miré a los ojos ayer tuve una sensación que nunca había tenido con ninguna otra chica.
-Ya…-dijo Aurora que no se creía nada de lo que le estaba diciendo.
-Te lo digo de verdad.-dijo él cogiéndola del brazo antes de que se marchara.
Aurora miró hacia atrás y vio que todo el mundo los miraba y murmuraba.
-Mira, no te conozco de nada asíque déjame en paz.
Aurora se soltó y se marchó calle abajo dirección a su casa. Santi la siguió.
-¿De qué tienes tanto miedo?
Aurora le ignoró y continuó andando.
Los dos días siguientes Santi no apareció, cosa que hizo que Aurora pensara que ella tenía razón y que lo único que él quería era ligar con ella. Pero, al cuarto día, cuando Aurora salió al acabar las clases lo volvió a ver en la puerta.
-Pensé que no volvería a verte.-le dijo ella al llegar hasta donde él estaba.
-No te librarás de mi tan fácilmente.-dijo él riéndose.
Aurora no contestó. Él se acercó a ella.
-No me contestaste el otro día, Aurora, ¿de que tienes tanto miedo?
Ella permaneció muda.
-Tienes miedo de enamorarte de mí, ¿no es cierto?
Aurora siguió sin contestar.
-¿Por qué no me contestas, Aurora?
No obtuvo respuesta alguna.
-Mira Aurora, te propongo un trato, si aceptas a tener una cita conmigo y no logro enamorarte te dejaré en paz.
Aurora tardó unos segundos en responder. Cuando lo hizo soltó un suspiro de resignación y dijo:
- Entonces, ¿si tengo una cita contigo me dejarás en paz?
-Eso si no te conquisto en la cita.
Aurora se rió pero no dijo nada.
-¿Qué tal mañana?-le preguntó él.
-Mañana es viernes, ¿no? Si. Creo que podré.
-Vale, mañana a las seis aquí.
Y dicho esto sonrió satisfecho y se marchó.
YOU ARE READING
Cruce de caminos
Teen FictionDavid, el chico más guapo y popular del instituto y el que ha conquistado el corazón de Aurora, se ha ido a Estados Unidos y Aurora está destrozada. Pero un día se tropieza con Santi y su vida cambia por completo...