Epílogo

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Llamaron a la puerta y la tía de Mario acudió a abrir.

-Hola, Santi. ¿Cómo tú por aquí?

-Venía a ver a Mario.-dijo él.

-Claro, pasa. Está en el salón.-dijo y se marchó hacia la cocina.

Él fue hacia el salón.

-Hola, Mario.-dijo Santi sentándose a su lado en el sillón.

-Hola, Santi.-dijo él poniendo el juego de la play en pausa.

-Hoy hacíamos un año juntos.-dijo Santi sin rodeos.

-Ya. Me imagino como estarás.

-La echo tanto menos.

-Todos la echamos de menos. Mis tíos intentan poner una sonrisa siempre pero cuando están solos le oigo llorar, y yo admito que lloro también mucho por ella. Todavía no puedo creer que ya no este y ya ha pasado un mes.

-Fue mi culpa.

-No fue tu culpa.

-Si que lo fue y me siento como un autentico imbecil.

Se quedaron en silencio.

-Necesito ver su cuarto.-dijo Santi de pronto, levantándose.

-¿Estás seguro?-preguntó Mario poniéndose también de pie.-No se han atrevido ni mis tíos a entrar en él. Ni yo mismo. Está todo exactamente igual que la última vez que ella estuvo en él.

-Tengo que verle.

-Bueno, como quieras. Ya sabes donde está. Yo no voy a ir.-dijo Mario tirándose en el sofá y cogiendo el mando de la play otra vez.

Santi salió del salón y subió por las escaleras.

Se detuvo frente a la puerta cerrada de su cuarto y tomó el pomo. Estaba frío. Dudo unos segundos pero finalmente abrió la puerta. No pudo evitar que una lágrima surgiera.

Todo estaba tal y como lo había dejado Aurora la última vez que ella había estado allí.

Cerró la puerta detrás de él y caminó hacia la cama. Se sentó en ella. Más lágrimas surgieron.

Estar en aquella habitación le hacía daño pero sentía que era lo que debía hacer.

Se levantó de la cama y fue hacia el escritorio. Encima había un ordenador. Su ordenador. Lo encendió. En el escritorio había una carpeta llamada ‘’mis libros’’. La abrió, curioso. Sabía que escribía libros pero nunca había leído alguno de ellos.

Entre los títulos le llamó la atención uno: ‘’cruce de caminos’’. Abrió el archivo y le sorprendió ver que era un libro sobre su historia.

Más lágrimas afloraron sin quererlo.

Avanzó hasta el final de la historia y descubrió que se había quedado en una llamada telefónica que había tenido con Colette.

Después de releerlo varias veces comprendió que aquella historia necesitaba un final y decidió escribírselo él.

Cogió un pen drive que tenía ella encima del escritorio y lo conectó al ordenador. Metió el archivo en el pen y lo sacó. Se lo guardó en el bolsillo y bajó las escaleras decidido a llegar a su casa para acabar aquella historia.

-¿Qué tal?-preguntó Mario al verle bajar.

-Tengo que irme a mi casa. Hablamos más tarde.-dijo abriendo la puerta y saliendo.

Iba caminando por la calle. Llevaba el pen con su historia en la mano pero la cabeza en otro lado, con ella.

Cruce de caminosDove le storie prendono vita. Scoprilo ora