CAPITULO XI

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Colgué el teléfono. ¿Cómo era posible que me estuviera viendo? Salté de la cama mirando a mi alrededor, mi cuerpo temblaba levemente y yo no podía determinar si era miedo o excitación, en un brote de locura di una vuelta sobre mí dejando ver mi cuerpo desnudo y con una sonrisa me enfunde el camisón azul marino. Una vez vestida busqué una libreta y un boli donde escribí: "¿Cuándo podré conocerte?" Estaba loca por el simple hecho de querer conocerlo pero la curiosidad me podía y si pasaba algo al menos necesitaba poder dar una descripción útil. Al decir eso negué con la cabeza, era cierto que tenía miedo, pero algo me decía que no me iba a pasar nada a su lado.

Levanté la libreta para que él pudiera verla y al instante vibró mi ordenador, alguien me había enviado un mensaje. Cogí el ordenador y miré quien era. No ponía nombre solo una I. Abrí el mensaje y ponía:

"-¿Enserio quieres conocerme?"

-Claro ¿porque no iba a querer?- Respondí al mensaje-.

Sin darme cuenta me adentre en una conversación vía mensaje de lo más extraña.

-"No sé a lo mejor te asustas..."

- No lo haré te lo prometo.

- "No sé, me lo pensaré"

-Está bien pero al menos dime tu nombre...

-No seas impaciente, pronto nos veremos ahora descansa.

-Vale, buenas noches señor I.

-Buenas noches mi querida diosa.

Extrañamente me sentí tranquila y terriblemente curiosa y sin saber como le hice caso así que apagué el ordenador y lo dejé junto a las cartas en la mesita de noche. En ese instante sonó el timbre y fui a ver quien era. Al abrir suspiré aliviada al ver que eran mi pequeña Alicia y mi hermana. Las dejé que pasaran y preparamos algo de picoteo ligero para cenar. Cenamos entre risas y charlas y al finalizar nos fuimos a dormir, mañana tendríamos que madrugar.

Tardé un rato en dormirme, intentaba imaginarme a ese individuo, como era, de qué color tenía los ojos, si era alto... Por fin creí haber creado una imagen suya en mi mente cuando me dormí. Al rato escuché unos pasos pero esta vez no me asusté y me hice la dormida. Simplemente pensé que sería mi hija o mi hermana que necesitaban algo. La respiración se me cortó cuando comprobé que no era así. Noté que alguien se me acercaba y se tumbaba a mi lado, me cogió la mano y me besó una herida que tenía desde la universidad. Después se acercó lentamente y me besó en los labios. Al instante me dijo:

-Sé que estás despierta, me quedaré un rato más si no abres los ojos ¿Vale?

Yo me limité a asentir con la cabeza. Tenía curiosidad por ese hombre, no quería que se fuera sin saber algo más.

-Buena chica. ¿Tanta curiosidad tienes por saber quién soy?

-Si la verdad me resulta muy intrigante.

-Pronto lo sabrás...

Yo palpé en la oscuridad, hasta que mis manos encontraron su rostro. Me acerqué y rocé mis labios con los suyos.

-¿Por qué has hecho eso?

-Pensé que querías que lo hiciera.

- Y así es, pero no esperaba que lo hicieras.

-¿Por qué no iba a querer hacerlo? –Dije aún con los ojos cerrados-.

-Eres malvada-Dijo acariciándome la mejilla-.

-Gracias-Dije entre risas-.

-Debo irme. Dentro de nada sonará la alarma y tienes que coger un vuelo.

-Pero, ¿Volverás?

-Solo si tú quieres.

-Esta bien. _ suspire extrañamente aliviada _.

-Adiós princesa disfruta de cinco minutos de paz antes de que suene la alarma. _ Se acercó y me besó en la mejilla _.

-Está bien adiós mi querido señor I.

El diablo, yo y una copa de vino (A LA VENTA EN FÍSICO)Where stories live. Discover now