O1

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El gran día había llegado, el querido y aclamado príncipe Jeon Jungkook estaba cumpliendo sus dieciséis años, todo el Reino estaba de fiesta al saber que su dulce y amoroso príncipe cumplía un año más de vida.
Era el siglo XIV, un soleado día a pesar de que normalmente los días en Seúl, Corea de Sur los días eran mayormente nublados y tenían frescas brisas.
El mundo celebraba el cumpleaños del pequeño príncipe.

El pueblo ahora no estaba siendo obligado a festejar nada, lo hacían porque sí, les apetecía celebrar el día del príncipe.

Jeon Jungkook era un chico dulce, humilde y con una belleza que pondría a todos de rodilla. Unos hermosos ojos negros que te hipnotizaban, negros como con un brillo que daba semejanza a una constelación. Unos labios carmesí, abultados que daba la vista de un puchero eterno. Una piel nivea y siempre limpia, dejando apreciar los lunares del jóven. Una sonrisa sencilla y sincera, dos paletas hacían singular a esta, dientes blancos y perlados. Un cuerpo delgado, fuerte pero delineado. Una voz que pondría a los mismo ángeles a temblar. Toda la aura del príncipe gritaba perfección.

Todo el pueblo estaba ansioso por la fiesta que los Reyes Jeon habían planeado para ese alegre uno de septiembre. Muchas autoridades importantes de todo el mundo acudirían ese día para festejar. Y como era el único reino en dejar participar a los plebeyos en esa fiesta, con más razón la gente del pueblo cantaba y baila feliz ese día.

Mientras tanto los Reyes Jeon se encontraban un poco estresados por las preparaciones, todo tenía que salir perfecto. No por algo el Reino Jeon era conocido como el más ejemplar y bondadoso, también porque su pueblo se mantenía positivo ante todo, y eso enriquecía a la familia.
Aún no sabían qué era lo que deseaba su hijo, ellos estaban casi adivinando que su hijo iba a pedir de nuevos libros para su disfrute, o tal vez quisiera una doncella o un caballero.
Los Reyes estaban al tanto que habían muchos jóvenes tanto hombres como mujeres que querían cortejar a su dulce hijo, pero Jeongguk no tenía interés en eso. Tal vez los Jeon podrían presentarle a un caballero con un cargo importante o una doncella de buena posición.

Ojalá que pudieran sorprender a su hijo, aunque nunca tenían problemas con eso, ya que su hijo era un chico muy comprensivo y agradecido en todo. Aún se preguntaban por qué fueron bendecidos con tanta perfección.

Toc Toc Toc...

Jungkook soltó un gruñido ante el inoportuno llamado.

—Oh. —Escondió el libro que estaba leyendo en su meza de luz, sus padres o alguien no deberían de enterarse de los libros "prohibidos" que éste leía, no. ¿Qué pensarían de su adorado hijo?

Se levantó de su sillón, junto al balcón. La mañana estaba saludándolo con un espléndido sol. Se despertó de su sueño un poco más temprano de lo acostumbrado. ¿La razón? El alboroto que habían en el Reino, la gente cantana y bailaba. ¿Por qué? Jungkook no lo sabía. Así que aprovechó ese alboroto para terminar de leer su libro.

Fue corriendo hacia la puerta con una sonrisa. La chica a cargo de la comida lo saludó con un Buenos días, jóven, al que Jungkook devolvió con gusto. Un rico plato de tarta de manzana y un vaso de leche de banana había en la bandeja de plata.

—Gracias Yu Qi. —Puso la bandeja en la mesa de su retocador. Cuando se dio la vuelta esperó que la chuca se haya ido. Pero no fue así.

𝘴𝘭𝘢𝘷𝘦 𓉡  𝙟𝙞𝙠𝙤𝙤.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora