capítulo treinta y nueve: dark

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—NO TE agrado —dijo Annika, casi como si le causara gracia

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—NO TE agrado —dijo Annika, casi como si le causara gracia. Eleonor la ignoró, lavándose la cara—. Vamos, Eleonor. Entre chicas nos debemos de apoyar.

La voz de Annika era burlona. Eleonor puso las manos en puño, intentando contenerse. No le gustaba el tono de la chica, como si se estuviese burlando de ella.

—Aléjate de mi novio y de mí, ¿sí? —gruñó Leo, aventándole la toalla en las manos justo en el momento en el que Mitch entró a la habitación.

Ignorando a Annika, Mitch pasó a las camas de la habitación de hotel, seguido por Leo. Mitch encendió la televisión mientras Leo sacaba de uno de los cajones del buró el botiquín de primeros auxilios.

"El presidente de Estados Unidos ordenó que zarpe la sexta flota de la marina, en Nápoles...", decía alguien en la televisión.

—Quítate la camisa —ordenó Leo a Mitch, tapándole la vista del televisor poniéndose frente a él. Mitch enarcó una ceja.

—Leo, Annika está en el baño —dijo con voz completamente seria, burlándose de Leo.

—No vamos a hacer nada —siseó Leo, agradecida que a pesar de su enojo Mitch conservara algo de su extraño sentido del humor—. Voy a curarte.

—La enfermera Eleonor —Mitch se quitó la camisa—. Suena sexy.

Leo puso los ojos en blanco, pero sonrió ligeramente, la cual era la meta de Mitch.

Mitch se sentó en la cama, y Leo se arrodilló frente a él en el suelo, sujetando un paño húmedo para limpiar la fea herida que tenía en su costado.

—Sabes que no tienes que hacer esto, ¿cierto? —Preguntó Mitch quedamente—. Yo puedo hacerlo.

—Lo sé —respondió Leo, sin mirarlo a la cara, demasiado concentrada en limpiar la herida—. Pero me gusta cuidarte.

Mitch sonrió suavemente, aunque Leo no pudiera verlo.

—¿Estabas asustado? —preguntó Leo en voz baja. Mitch negó con la cabeza pero luego se detuvo.

—Un poco, sí —admitió—. Estaba asustado por ti. Pero lo hiciste bien y me salvaste el trasero. Gracias.

—Bueno, resulta que ese trasero en particular me gusta bastante, así que no podía dejar que lo hirieran —enfatizó Leo, haciendo que Mitch riera a entre dientes.

—¿Tú estabas asustada?

—Sí —murmuró Leo, tensándose—. El tipo estaba apuntándote. Tenía miedo de que disparara —hizo una pausa, tomando aire—. También tenía miedo por él, porque si te hubiera tocado una vez más te juro que lo mato con mis propias manos, y sabes muy bien que puedo hacer bastantes cosas con mis manos.

Mitch, sonrió, acariciando suavemente el cabello de Leo. Sabía perfectamente lo que ambos estaban haciendo, lanzando bromas incómodas y raras para aligerar la tensión, para que el hecho de que casi morían se sintiera menos real.

—Siempre tengo miedo —admitió Mitch, después de unos segundos de silencio—. O nunca lo tengo. A veces... a veces no tengo miedo y no puedo pensar en nada más que en acabar con todos —dijo lo último casi con miedo. Tenía miedo de que Leo viera demasiado dentro de él y se asustara, saliendo corriendo.

Leo terminó de limpiar la herida y procedió a ponerle una venda en el lugar, pegándola con cinta especial. Cuando terminó, acarició lentamente el lugar donde la había puesto.

—¿Si te digo que te amo, sin importar qué, y que haré todo lo posible para que me creas, saldrás huyendo de nuevo? —a pesar de que Leo había querido que su tono fuera burlón, detrás de sus palabras se podía escuchar el temor de que eso pasara.

Mitch la tomó del mentón, alzando su rostro, y luego la besó. No era un también te amo, o una respuesta en sí, pero era todo lo que podía darle por el momento y Leo iba a tomarlo. Además, aunque Mitch no lo supiera, estaba besando a Leo como si la amara, con tanta fuerza pero a la vez tanta delicadeza que casi parecía imposible. Su agarre en la nuca de Leo era fuerte, como si no quisiese dejarla ir. A Leo eso le parecía perfectamente bien.

—¿Interrumpo? —dijo Annika, sobresaltándolos. Leo incluso escuchó a Mitch gruñir en voz baja, molesto por ser interrumpido. Annika sonrió—. Solamente quería avisarles que utilizaré el baño, para que no entren por equivocación. Aconsejaría que durmiesen. Mañana tendremos un largo día por delante buscando a Ghost.

Mitch se tensó por completo, su mente analizando las palabras de Annika. Leo frunció el ceño al notar que algo había afectado realmente a Mitch.

—¿Mitch? —lo llamó Leo, pero la mente de Mitch estaba en otro lado.

¿Por qué Annika había dicho eso? Ella no tenía idea de que el tipo que los había amenazado se llamaba Ghost, al menos que estuviese trabajando para alguien más. 

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are you with me, leo? // american assassinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora